El PP valenciano ha enloquecido

Reaparecen viejas rencillas y las capillitas del partido, más territoriales que ideológicas, imponen su ley en lugar de poner por delante el interés general

Pablo Salazar

Valencia

Lunes, 3 de noviembre 2025, 23:52

Lejos de afrontar el problema que en clave política se planteó tras la tragedia del 29 de octubre de 2024, el PP valenciano, con Carlos ... Mazón al frente, prefirió abrazar la táctica de «ganar tiempo». Visto lo visto, la opción lógica hubiera sido reconocer entonces los errores cometidos y dimitir, dando paso a un sucesor/a que no estuviera manchado por el barro tóxico y letal de la riada. No lo hizo y la dirección nacional del partido lo asumió. Tal vez no le quedara otra, el botón nuclear lo tenía Mazón, pero la presión que ahora se ha ejercido sobre el ya ex president se podía haber intensificado en aquellas primeras semanas. Al parecer, visto a 350 kilómetros de distancia, el galleguismo sigue siendo el estilo dominante en la calle Génova. Aunque con Rajoy y el 'procés' ya se demostró que los problemas no se arreglan por meterlos en un cajón y esperar a que se solucionen. Y ahora, cuando al final todo ha explotado, no es que la casa esté por barrer, es que está hecha un asco. Los partidos -casi huelga explicarlo- no son organizaciones ejemplares. En la hoguera de las vanidades arden también complejos, mezquindades, resquemores varios y, sobre todo, mucha mediocridad. De tal manera que desaparecido Mazón, el PPCV no se dedica a buscar la mejor opción para los ciudadanos, para el interés general, sino que saca a la calle los viejos agravios, las cuentas pendientes, los dichosos desequilibrios territoriales de una comunidad mal articulada y muy poco vertebrada. Nada nuevo bajo el sol, por otra parte. Zaplana y su entorno (el 'entorno', palabro muy de periodistas, es siempre peor que el personaje en torno al que giran) se pasaron años viendo a Rita Barberá como una amenaza, una potencial competidora que le podía arrebatar la presidencia de la Generalitat. Los que conocíamos de cerca a la alcaldesa sabíamos que estaba bien en la Alcaldía, que no aspiraba a más y que no tenía el menor interés en pasarse las semanas metida en el coche oficial viajando entre Torrevieja y Vinaroz. Su idea de la Comunitat Valenciana empezaba y acababa en la Gran Vía Marqués del Turia. Los dirigentes alicantinos del PPCV vuelven a cometer el mismo error y estarían dispuestos a poner de candidato a la Generalitat al destripador de Yorkshire (si aún viviera) antes de consentir que María José Catalá sea el cartel electoral de los populares. La maldita dana mató a 229 valencianos, perjudicó a cientos de miles -en sus viviendas, en sus negocios, en sus coches- y de alguna forma nos ha afectado emocional y psicológicamente a todos. Pero al PP, directamente lo ha enloquecido.

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