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Belvedere

La letra pequeña del populismo

La flotilla o la inmigración, cualquier asunto no resiste un análisis mínimamente riguroso cuando se baja al detalle

Pablo Salazar

Valencia

Sábado, 4 de octubre 2025, 23:37

España debe llegar hasta sus últimas consecuencias en la defensa de la flotilla humanitaria, dicen los dirigentes de Podemos. Como quiera que si de ellos ... dependiera ya habríamos roto las relaciones diplomáticas con Israel, quiero suponer que con ese «llegar hasta sus últimas consecuencias» se refieren a hacer uso de la fuerza militar. Dicho de otro modo, que deberíamos haber mandado a la Armada a proteger esos barcos que sabían lo que iba a ocurrir -que no les dejarían pasar-. Lo cual, esta invocación al uso de la fuerza militar, resulta llamativa en un partido que ha rechazado este recurso para resolver el conflicto ucraniano. En el que, recuerdo, un país invadió otro. Pero aquí, los podemistas o podemitas abogaban por parar a los rusos con buenas palabras y ramos de flores, mientras que en Gaza... En Gaza, ¿qué? Porque aquí viene lo bueno. Cuando pones a los populistas ante sus declaraciones contundentes y les pides que te expliquen cómo se hace eso que ellos proponen. Es decir, imaginemos que España envía su Armada a proteger a la flotilla de Colau y sus amigas y que los buques israelíes salen a su encuentro. ¿Qué harían ellos? ¿Disparar primero? ¿Esperar a ver si abordan las naves? ¿Responder en caso de agresión? Y a continuación, ¿debería España declarar la guerra a Israel? Claro, cuando entras en estos pequeños 'detalles' no saben qué contestar, se bloquean, te responden que eso ahora no es lo importante, que en lo que hay que fijarse es en la 'filosofía', en la orientación ideológica de sus resoluciones y, en este caso, en la firme defensa de la causa palestina. Vamos, que no aclaran nada. Trasladémonos ahora al otro lado del espectro político. A Vox y sus proclamas contra la inmigración ilegal. Un problema, un asunto de Estado, que nos aseguran que resolverían de un plumazo porque lo que ocurre es que no hay voluntad de hacerlo. El Gobierno sanchista lo que quiere, continúan, es meter en España cuantos más inmigrantes, mejor, y el PP no tiene una política clara al respecto, va dando bandazos. Pero con ellos, adiós inmigración ilegal. Ya, vale, pero... ¿cómo? Imaginemos un cayuco cargado de ilegales rumbo a España, ya en aguas territoriales, y un barco de la Armada española que lo detecta. ¿Qué haría Vox, hundirlo, dispararles, impedirles el paso y dejarlos en el mar? Y si los conduce hasta el puerto español más próximo para luego devolverlos, ¿a dónde? ¿De dónde vienen? Llegan sin documentación, unos son de Senegal, otros de Malí, los más de Marruecos, pero estos países no los quieren de vuelta. ¿Debería entonces España desembarcarlos a la fuerza en la costa de cualquier país africano, sea el que sea? Y si dicho país se opone, si envía a sus barcos, ¿qué hacemos, también le declaramos la guerra? No sé si vamos a tener tantas Fuerzas Armadas para tanto conflicto bélico. Y todo ello por no hablar del fondo del asunto de la inmigración, que no es otro que los españoles no quieren hacer los trabajos que acaban aceptando los extranjeros. Hace unos días saltó la noticia de un motín en un pesquero vasco, que tuvo que ser escoltado hasta un puerto asturiano. El pesquero, el armador, sería vasco, y puede que también su capitán, pero la tripulación era cien por cien africana. O pásense un día por las obras del carril bici de Tres Forques o por las de reurbanización de Pérez Galdós. Y comprueben cuántos nacionales y cuántos extranjeros están en las zanjas y en las máquinas. Ganan por goleada. Más letra pequeña: ¿qué haremos con todos esos trabajos -obras públicas y asistencia doméstica, collidors o temporeros y tantos otros- cuando no dejemos entrar en España a ningún ilegal. Piensen en cualquier asunto, busquen la propuesta populista, a izquierda o derecha, y aplíquenle el tratamiento de choque de la letra pequeña. No lo resiste ni una. La vivienda, la inseguridad ciudadana, el despoblamiento de la España interior, el futuro de las pensiones, la calidad de la enseñanza... Para todo tienen soluciones mágicas. Son rápidas y eficaces. Pero cuando bajas al detalle, cuando preguntas un poquito (tampoco mucho) y cuando aspiras de buena fe a conocer de verdad cómo lo harían, paso a paso, se les ven las costuras y la etiqueta Made in China. Todo muy barato, 'low cost'. Es lo malo de los populistas, que prometen el cielo en la Tierra pero no tienen ni idea de cómo se alcanza.

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