El embudo de las prácticas

El nuevo ordenamiento de la FP intensifica la necesidad de los centros de colaborar con las empresas

PABLO ROVIRADELEGADO DEL PERIÓDICO MAGISTERIO EN LA COMUNITAT

Lunes, 3 de noviembre 2025, 23:52

La expansión de la Formación Profesional es una de las grandes tendencias educativas del último lustro, por no decir la década. La reducción del abandono ... escolar, la compactación del Bachillerato, el reciclaje profesional y la atractiva empleabilidad son las grandes causas de un cambio socioeducativo en el que el itinerario profesional adelanta al académico. Hablábamos hace un par de semanas, además, de que esto ha atraído grandes presupuestos, y los fondos han irrumpido con sus inversiones y procesos de concentración sectorial en un sector históricamente familiar o proveniente de tradiciones diversas.

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Este año, además, la FP da un nuevo salto con una ley que generaliza su carácter modular y acumulativo, y la modalidad dual. La demanda, la competencia y las altas aspiraciones acercan a esta etapa postobligatoria a una circunstancia inédita: morir de éxito.

Sobre la demanda, se evidencia que las notas de corte en los ciclos formativos más demandados no tienen nada que envidiar, en elevadas, a las de las carreras universitarias. Con el agravante de que la oferta de FP es atomizada y la demanda menos dada a la movilidad geográfica. O ciclo o nada, y para muchos jóvenes es nada.

Lo anterior, con la lógica del mercado, abre una oportunidad a la expansión del sector privado y concertado. Pero si el segundo queda limitado por la concesión administrativa del concierto, el primero ha visto la llegada de macroproyectos formativos con presencia nacional. Recuerden que la tradición escolar es local de normativa autonómica.

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Por último, la ley es tremendamente ambiciosa y requiere de la participación activa de las empresas, ya que no solo extiende la parte práctica a todos los cursos y niveles, sino que prevé incluso que parte de la formación se desarrolle en los centros de trabajo.

Por tanto, la nueva estructura ha invitado a la fiesta a las empresas, pero como las bodas de hoy en día, les recuerda que deben pagar su plato. El suyo y alguno más. Es entonces, en estos primeros pasos, cuando están surgiendo algunos embudos hasta que se alcance el reajuste entre la expansión educativa y la red de empresas colaboradoras.

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Así, los centros encuentran dificultades para conveniar prácticas, especialmente en algunas familias profesionales, por la escasez de empresas, por la exigencia de cobro de algunas de éstas (cobro que prohíbe la ley, como las cuotas) o por el colapso del sector de los macrocentros. Las empresas, por su parte, ven que se les pide mejor retribución (o beca o como quieran llamarlo) y destinar más recursos propios para formar a estos alumnos.

Las prácticas son obligatorias para que el alumno titule, así que la presión por lograr estos convenios aumenta para los centros que, en el caso de los concertados y privados, ven cada vez más limitado su acceso a las prácticas en el sector público. Por otro lado, la empresa valora al aprendiz del último curso o nivel superior, pero pone más dificultades, por no visualizar el retorno, en el caso de los primeros cursos o del nivel básico de la FP.

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En éstas, el borrador del estatuto del Becario que promueve el Gobierno central aborrece de las prácticas extracurriculares, entre otras medidas, que quizás no ayudan a la necesaria pedagogía y persuasión que requiere el momento de la FP para atraer a las empresas.

¿Soluciones? Entiendo que el paso del tiempo logrará convencer al sector productivo y el sistema se reajustará por si solo, porque ahora la necesidad de que las prácticas no sean un embudo la tienen los centros educativos. Flexibilizar la dualidad, la docencia en las empresas y dotar de más horas docentes a los centros acelerarían el proceso.

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