La Valencia de Catalá
De la entrevista con María José Catalá que este periódico publicó el pasado domingo me gustó su voluntad de buscar una identidad propia para Valencia ... y de no dejarse llevar por un modelo de 'ciudad tipo'. Se ha abusado de algunos ejemplos a la hora de mirarse en el espejo. En los últimos tiempos muchos alcaldes de todo el mundo se han fijado en capitales como Estocolmo o Copenhague a la hora de hablar del desarrollo urbanístico que pretendían. Son localidades estupendas, sí, con proyectos verdes y saludables que las han hecho merecedoras de elogios y reconocimientos. El problema de esta unanimidad en los referentes es que nos encaminamos hacia planteamientos cortados por el mismo patrón, sin ningún tipo de personalidad propia.
Valencia ha de aspirar a ser Valencia. Nada más. Y en todo caso convertirse en referente para otros. Está muy bien eso de salvaguardar la identidad. Ahora falta definir esa identidad, que es lo más difícil. Catalá lleva dos años al frente del Ayuntamiento, una etapa considerable como para se empiece a percibir su proyecto. Ha avanzado alguna idea, pero de momento le faltan anuncios más contundentes como para entender cuál es su propósito global y distintivo.
Ribó tenía un plan. Gustaría más o menos, lo ejecutó con mayor o menor consenso, la apariencia final satisfizo a unos y no a otros. Pero había un plan, hacer de Valencia un lugar más transitable y en el que el peatón ocupase un espacio protagonista. Y eso se visibilizó con algunas decisiones contundentes que generaron controversia, como reformular tanto la plaza del Ayuntamiento como la de la Reina sin tráfico. No son dos enclaves marginales, por lo que su modificación han generado un gran impacto en el ciudadano.
Ojalá esa Valencia futura sea más cómoda, más diversa y más accesible para los que vivimos en ella
Catalá, en la entrevista en LAS PROVINCIAS, deslegitima la labor de su antecesor y no encuentra ningún logro en su gestión. Es algo que hacen políticos de un color y de otro, oponerse a cualquier medida que provenga de las filas contrarias, no reconocer mérito alguno en los trabajos de quienes les preceden. Es poco edificante y en este caso sorprendente, porque la actual alcaldesa no ha revocado ninguna de esas decisiones controvertidas. Las plazas que se peatonalizaron siguen igual. Los carriles para bicicletas que se ganaron a las carreteras no se han tocado. En ese sentido su mandato se puede definir como continuista.
Ojalá, a partir de aquello, la actual alcaldesa proponga y obtenga un resultado mejor. Todos saldríamos ganando, los que la votaron y los que no. Ojalá esa Valencia futura sea más cómoda, más diversa, y más accesible para los que vivimos en ella y que resulte atractiva para los que vienen a visitarla, sin que eso se consiga a costa de las necesidades y derechos de los vecinos. Y que se proteja y defienda la identidad única. Ojalá Catalá acierte mucho y quienes vengan detrás sepan apreciárselo.
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