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El auto de la jueza de Catarroja -conocido esta semana- sobre la gestión de la dana por parte de la Generalitat Valenciana es demoledor. No ... se me ocurre otro adjetivo que emplear. Lo cuestiona todo: lo que no se hizo antes y cómo se actuó durante. Desmonta, por tanto, las alegaciones que ha hecho Mazón y su equipo desde el 29 de octubre, escudándose en la falta de información. La instructora niega la mayor. No le sirve esta excusa ni para justificar que el cecopi se convocase tan tarde ni la falta de decisiones en esa reunión.
Los argumentos de la jueza dejan poco lugar a dudas. Señala que Aemet lanzó avisos tanto los días previos como en esa misma fatídica jornada, constata las llamadas recibidas en el 112 (casi 20.000) y recuerda el papel de los medios de comunicación. De ellos -de nosotros- dice que fuimos informando «de manera clarísima sobre la evolución de la dana». Y está bien que se reconozca, aunque sea en unas circunstancias tan funestas. Por la parte que nos toca. A los que tratamos de dar cuenta ese día de lo que estaba ocurriendo. Y eso que las condiciones eran completamente desfavorables.
Cada vez que en estos meses he escuchado o leído a algunos de los dirigentes presentes en aquel cecopi asegurar que no contaban con información suficiente, o al presidente lamentar que no se advirtiese de la gravedad siempre me he hecho la misma pregunta. ¿No escuchaban la radio? ¿No veían la tele? ¿No consultaban ninguna web? ¿No les llegaban a sus móviles las decenas de alertas que enviamos los medios de comunicación? Lo he repetido cien veces. Cualquier emisora estaba hablando ya de inundaciones, en las teles se veían vídeos terroríficos y los periódicos teníamos nuestras portadas digitales repletas de sucesos en distintos puntos de la provincia. En este diario, en la versión digital, a las 14 horas ya llevábamos una pieza con este titular: «Alerta en el barranco del Poyo: hasta 264 metros cúbicos por segundo y a punto de desbordarse». Y este otro: «El río Magro se desborda en Utiel, arrastra coches, inunda casas y pone en jaque a varios municipios». Y otro más: «La furia de la DANA: rescates, corte de autovías y trenes y pueblos inundados tras casi 200 litros en una hora». Podría transcribir muchos más, porque a esa hora había más de una decena de noticias. Es inconcebible que a las cinco de la tarde comenzase esa reunión y se hable de apagón informativo.
A la jueza solo le ha hecho falta revisar todo esto para concluir lo siguiente: «los anuncios de la gravedad de la situación se produjeron en diversos ámbitos y con una antelación suficiente». Los medios informamos. Hacía falta que alguien gestionase la emergencia.
Veremos a dónde llega esta instrucción. De momento lo que indica es bastante evidente, es lo que muchos hemos concluido en multitud de conversaciones durante este tiempo. Pero puesto sobre papel asombra aún más.
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