Una dimisión sin explicaciones no vale
El anuncio de dimisión de Mazón fue como esos perdones que te dan con muchos peros, esos que parecen una disculpa pero que esconden un ... montón de reproches. Pido perdón por mantener mi agenda pero es que la Confederación Hidrográfica del Júcar no me había avisado como debía. Pido perdón por permitir que se instalara en el imaginario social la idea de un presidente ajeno a la emergencia pero nunca supimos que el barranco del Poyo se desbordaba. Pido perdón pero ha habido una campaña brutal contra mí. En el discurso del expresidente hubo más justificaciones y recriminaciones que disculpas.
Lo que costaba más encontrar era la palabra dimisión. Empezó diciendo que iba a hacer un balance personal y terminó reconociendo que había sido un honor desempeñar su cargo. Si no llega a ser porque entre medias confesaba que por «voluntad personal habría dimitido hace tiempo» no nos habríamos enterado de lo que estaba pasando.
Hace una semana yo lamentaba por aquí que se hubiese cumplido un año desde la tragedia de la dana y siguiésemos encallados en la controversia política, en los dimes de unos y los diretes de otros. Y que todo eso impedía un debate más amplio sobre la reconstrucción y sobre cómo actuar en caso de que una situación así se repitiese.
Mazón podría haber aprovechado para anunciar que aceptaba la invitación de la jueza a declarar. Pero no
La dimisión de Mazón debería servir para avanzar en ese camino. Pero la renuncia por sí misma no sirve de mucho si no va unida a unas cuantas explicaciones, imprescindibles para depurar responsabilidades y para corregir posibles errores de cara a próximas emergencias.
Podría haber aprovechado el expresidente su comparecencia para resolver todas esas dudas que siguen en el aire: lo que sabía o no sobre el temporal mientras comía, las indicaciones que fue recibiendo de Salomé Pradas y cómo influyeron en el desarrollo del cecopi, las razones por las que no atendió las llamadas de la exconsellera en torno a las 7 de la tarde. No son cuestiones baladíes si atendemos a la investigación que está llevando a cabo la jueza de Catarroja, que van en esa línea. La magistrada ha invitado a Mazón a acudir de manera voluntaria a narrar lo que sucedió aquel día. Ese podría haber sido un buen anuncio para el día de la dimisión, ofrecer su colaboración para todo lo que el juzgado necesite con el fin de que la causa avance. Pero no. Ni se prestó a esto ni aclaró nada de lo que todavía se desconoce.
Prefirió cargar contra el Gobierno y contra el trabajo de todas las agencias estatales. Es más, él se escudó en la equivocación y a los otros les achacó mala fe. Por supuesto que todos estos deben rendir cuentas y cambiar protocolos que resultaron inútiles. Y, sobre todo, colaborar e impulsar reparaciones urgentes. Pero llama la atención que quien se erige como acusador no dé ejemplo y ponga todo de su parte, antes de irse, para favorecer la investigación.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión