No me sorprende que Pedro Sánchez pretenda continuar hasta 2027. Es el Buzz Lightyear del parlamento patrio: ¡hasta el infinito y más allá! Desde luego, ... no es el único político incombustible -a Abel Caballero me remito-, pero sí el más decidido a permanecer contra viento, marea y Peinados. Tampoco parece reseñable que lo haya decidido, según explicó en una entrevista concedida en Nueva York, tras hablarlo con su mujer y su partido, entre otras cosas porque su partido ya no es ni siquiera el espejo de la madrastra de Blancanieves, complaciente pero sincero. El PSOE, con Sánchez, ha llegado a ser simplemente el eco de su voz, una pared de frontón donde solo rebota el mensaje unidireccional del Amado Líder. En el partido, Sánchez se escucha a sí mismo acompañado de una eterna clac y la letanía de María Jesús Montero con música de Jorge Sepúlveda, que le dirá hasta la muerte: guapo, guapo y guapo.
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Lo que me inquieta es la aceptación irredenta de su familia, habida cuenta de lo que está padeciendo, a tenor de las propias explicaciones que ha dado el presidente, compungido, contrito y desarmado. No quiero decir con esto que deba renunciar por pura presión externa. Si tanto su mujer como su hermano son inocentes y las investigaciones en torno a su gestión son montajes de una judicatura pérfida que ya actuaba contra Cataluña, como defendió Rufián, o de «jueces fachas» como alegó Podemos, no debería renunciar a la vocación política, pues sería conceder el 'match point' al enemigo. Es uno de los riesgos de fiarlo todo, como hace la oposición, al resultado de un proceso judicial o a una sentencia que rubrique su visión negativa sobre el líder socialista. Si ese jurado popular, en el que algunos confían, habla y declara no culpable a los implicados, no solo quedarán en evidencia quienes han impulsado el caso, sino que atornillará a la Moncloa a Sánchez y sus socios hasta el Día del Juicio Final. Es cierto que es lo que sucedió con Paco Camps y con un resultado opuesto, pero es que la derecha nunca ha sabido salvar al soldado Ryan como hace la izquierda. O no ha querido.
Si Sánchez está rodeado de inocencia, pedir a sus seres queridos mayor exposición y sacrificio durante otra legislatura es comprensible pero muy doloroso. Yo no sería capaz, aunque tuviera toda la legitimidad del mundo. Sorprende que olvide tan pronto el daño que, presuntamente, le obligó a retirarse del mundo durante cinco días y a sopesar la renuncia. Quizás es porque Sánchez de quien está enamorado, de verdad, es de sí mismo. Hasta el infinito y más allá.
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