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Arsénico por diversión

Éxito calculado

María José Pou

Valencia

Lunes, 29 de septiembre 2025, 00:03

El éxito de un terrorista no es el número de víctimas que se cobra. No las anotan con muescas en la empuñadura de su pistola ... como si fueran malhechores del Viejo Oeste. En el terrorismo, el asesinato es un medio, no un fin. Es la diferencia de sus acciones con otro tipo de matanzas premeditadas. La brutalidad de un atentado buscar someter, aterrorizar, amordazar y paralizar a una sociedad; las víctimas son la manera de hacer entender quién manda aquí y por qué.

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Por momentos, me imagino a los asesinos de Hamás y a sus avalistas iraníes confirmando que los escenarios imaginados cuando planeaban los atentados del 7 de octubre se han cumplido tal y como calculaban. No creo que una operación de ese nivel, tan compleja, con tantas personas dispuestas a la mayor brutalidad con bebés, ancianos o personas indefensas; con centenares de jóvenes y no tan jóvenes decididos a acabar con su vecino y con la vida que conocían hasta entonces haya sido improvisada. Lo que está sucediendo en Gaza y la reacción del mundo contra Israel y a favor de Palestina ha tenido que estar incluida en el diseño del peor atentado sufrido por Israel desde el Holocausto. No sé si Hamás contaba con el nivel de destrucción que Netanyahu está infligiendo en la Franja pero estoy segura de que contemplaron la posibilidad de una respuesta a gran escala y proyectaron la reacción que Occidente iba a tener si se conseguía mantener en el tiempo.

Si lo hicieron, deben de estar felicitando al estratega. Es cierto que el precio es tan alto que resulta inhumano pensar en que todo esto haya estado planificado para lograr un fin político. Es lo que tiene el terrorismo, que a las personas de bien no nos cabe en la cabeza el uso del mal que hace el asesino.

Ahora bien, por muy calculado que estuviera el panorama que hoy encontramos en el mundo, con el rechazo casi unánime a Israel y el reconocimiento del Estado palestino, no ha sido obra exclusiva de una mente perversa que ha sabido cómo lograr activar al vecino sionista para que reaccionara así. Es también obra del primer ministro israelí y todo su gobierno. Un Estado democrático no puede actuar con la carga emocional de un grupo descontrolado por grande que sea la provocación y el daño. Todo el cálculo que requirió la operación en la planificación de Hamás y sus aliados ha faltado en el gobierno israelí. No me refiero solo a la dimensión moral de su actuación sino a la estratégica. Si Hamás buscaba poner al mundo de su lado, con un buen uso de la propaganda, su mejor aliado ha sido el belicismo extremo de Israel.

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