Un puente para evitar el fango
El porvenir de nuestro país o nuestro territorio no se puede cimentar sobre los lodos de la política actual
El bloqueo del extra FLA y sus consecuencias le han permitido al presidente Carlos Mazón coger la bandera de la reivindicación en un momento todavía ... muy delicado para él. Las dudas que generó su actuación inmediata ante la dana le siguen persiguiendo. Aunque también es el momento más aciago para el presidente del Gobierno. Porque Pedro Sánchez, que acumula una larguísima trayectoria repleta de charcos, ha visto cómo su deterioro roza límites asfixiantes con el conocido 'Caso Koldo' y las actuaciones denigrantes que se le atribuyen a sus grandes escuderos: José Luis Ábalos y Santos Cerdán.
Un gobierno, en cualquier caso, tejido a base de coaliciones que se antojaban imposibles pero que, a base de contraprestaciones muy controvertidas -como la propia Ley de Amnistía-, ha logrado ir reptando para mantenerse. Siempre con Sánchez en la resistencia, con el ataque a la oposición como trinchera y con la confrontación como modo de hacer política. Una manera de actuar nada constructiva a la que se ha sumado, sin costarle demasiado, la oposición. De forma que, hasta Alberto Núñez Feijóo, que esperábamos hubiese impuesto otras formas y liturgias, se ha ido escorando cada vez más hacia las maneras farfulleras. Situación que ha favorecido que la política nacional, pero también la autonómica y la local, se conviertan en asfixiantes estrados donde todo es destrucción por destrucción y esperpentos.
Cierto es que, más allá de nuestras fronteras, la situación es igualmente decepcionante. En especial porque, una parte de los políticos que dirigen el mundo son, en realidad, una tribu de ególatras, muchos populistas, que manejan los hilos de los que pende el planeta con una peligrosa frivolidad. Algo que se traduce directamente en una desafección total entre la clase gobernante y la ciudadanía. Con los riesgos que ello conlleva. Porque ese abismo entre ambas realidades es la antesala de los extremismos sustentados en el despropósito, una peligrosa vía para fomentar la anarquía -aunque la afirmación nos parezca tremendista- y un túnel sin salida hacia la deshumanización más absoluta. Ese que están ensanchando Donald Trump, Benjamín Netanyahu o Vladímir Putin, con sus arrebatos y dosis de crueldad. Una forma de gobernar donde todo se basa en el estallido; en dinamitar cualquier acercamiento entre posturas encontradas; en evitar soluciones a problemas que se agrandan con el tiempo y en acentuar la indiferencia ciudadana.
Ante ello, ¿qué hacemos? Urge, como sociedad civil, activarse y, aunque esto suene iluso, en la medida que cada uno pueda contribuir a alzar un muro de contención contra la degradación. Trabajar por levantar puentes que unan sensibilidades diversas, aunque algunos se nieguen a ello. Y hacerlo porque, pese a que la tierra quemada sea cada vez más grande, llegará un momento en el que tengamos que hacer el viaje de retorno, porque lo contrario será inviable. Pero, ¿por dónde comenzamos? Pues por donde sea. Cada uno debe saber cómo actuar. Nosotros, llámennos pesados, lo vamos a hacer ya con la Albufera. Quizá como simbolismo de lo que debería ser ejemplo para todos los ámbitos. Y comenzamos por ahí porque, el exitoso simposio que celebramos hace dos semanas en defensa del parque, demostró que tenemos aún muchísimo que trabajar, labrar y construir en este sentido. Logramos mucho en favor del consenso, pero no fue suficiente. De hecho, nadie del Gobierno central quiso acompañarnos durante esa jornada de reflexión. Y hay que aceptarlo, pero no conformarse. Tanto es así que hemos citado de nuevo a todas las administraciones implicadas para un encuentro en el que se puedan limar asperezas y facilitar consensos. Y lo seguiremos haciendo con otros sectores implicados para mantener vivo nuestro propósito. Buscar soluciones.
Pero, junto a ello, deberemos seguir trasladando ese espíritu a otros ámbitos y problemas que nos sean cercanos. ¿Por qué no fomentar el diálogo para desbloquear el extra FLA? ¿Por qué no buscar juntos salidas a la infrafinanciación? ¿Por qué no trasladar esa actitud a asuntos como el modelo de ciudad que queremos, movilidad, turismo, educación...? ¿Por qué no desbloquear el nudo de la reconstrucción? LAS PROVINCIAS, como parte de la sociedad civil valenciana, seguirá apostando por tender puentes frente a la confrontación. Lo haremos facilitando herramientas para el consenso a quien quiera lo mejor para esta tierra y esté dispuesto a sentarse con quien mantiene diferencias. Y hacerlo con un objetivo: construir juntos un puente firme hacia el futuro. Un porvenir que no puede cimentarse sobre los lodos de la política actual, sino sobre el espíritu de manos tendidas en el que se basa nuestra democracia.
Es domingo, 29 de junio. «La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar». Eduardo Galeano.
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