La política del delirio
La intervención de Donald Trump ante la ONU volvió a evidenciar el delirio continuado en el que vive el presidente de los Estados Unidos. Algo ... que podríamos pensar que es circunstancial, que se ciñe a un personaje peculiar -a momentos esperpéntico- y que nos debería preocupar relativamente. Pero es evidente que no. Las formas despóticas, agresivas y egocéntricas de Trump las hemos naturalizado tanto que no nos escandalizan. Nos ruboriza, pero las asumimos. Tanto es así que, cada vez más, normalizamos su manera de ejercer la política. Esa que se basa en la anti diplomacia y se asienta en el populismo, y que se expande tóxica por todo el planeta. Y lo hace impulsada por una legión de mandatarios (o aspirantes) que asumen que la nueva política se ejerce desde la trinchera: con el insulto doliente y el ataque cruel, sin líneas rojas y desde idearios extremistas. Un delirio global alrededor del poder que avanza veloz también por España y ya toma asiento en las cortes valencianas. De un sorbo y sin azucarillo.
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