Los socialistas valencianos, y con ellos su secretaria general, llevan tiempo sin brújula: perdidos a la hora de ponerse ante su posible electorado y ofrecerles ... motivos para creer en ellos. Y siguen ahí. Quizá con más zozobra. Primero, porque la diana de todos sus ataques, que era Carlos Mazón, se ha difuminado con su dimisión. (Ojo, no por su presión). Y segundo, porque la dependencia de la ministra Diana Morant de Pedro Sánchez le genera, a ella y al partido, un lastre tremendo a la hora de poder tener discurso propio y mostrarse como alternativa valenciana. En especial, cuando la sombra del -hace un tiempo- idolatrado José Luis Ábalos les zarandea. Y cuando el impacto -si lo tuvo- que buscaron con el 'Volem votar' se desvaneció, eclipsado por un presidente del Gobierno acorralado que se niega a adelantar las generales. La llegada de Pérez Llorca puede ser una oportunidad para el PSPV para cambiar el paso. Para proponer, construir y sumar. Y, sobre todo, para demostrar que son algo más que escuderos de Moncloa. De un sorbo y sin azucarillo.
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