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El francotirador

La peste de la IA

Héctor Esteban

Valencia

Jueves, 9 de octubre 2025, 23:51

Hace unos días quedamos a comer los tripulantes del barco de Singapur. Nos vemos menos de lo que quisiéramos pero cuando estamos juntos reímos y ... lo pasamos bien. Nos llamaron así porque los cuatro, Cayetano, Fernando, Conrado y un servidor, viajamos a la patria natal de Peter Lim para conocer las raíces del máximo accionista del Valencia Club de Fútbol. Hoy, casi nadie de los que formaron aquella expedición conserva su cargo y el Valencia sigue de mal en peor. En nuestras citas hablamos de tantas cosas que en esas conversaciones siempre aparece Landete, la nueva vida en las aulas de Tano y las clases de Fernando que después de engullir un trozo de tarta de chocolate y unas torrijas con el helado a pachas nos pidió ayuda: «¿Cómo puedo poner un ejercicio a mis alumnos para que redacten una noticia sin que utilicen la Inteligencia Artificial (IA)?» Ahí se abrió el debate, durante el café pusimos sobre la mesa varias ideas hasta confluir en un punto: bolígrafo, papel y en directo. La única forma de medir la redacción, la estructura del texto, la sintaxis, la gramática y la ortografía. Dar varios paso hacia atrás para que el futuro no sea un pensamiento único para todos. Hace unos días, LAS PROVINCIAS publicó una entrevista al profesor de Informática de la Universidad de Louisville Roman Yampolskiy, que apuntaba que la IA seguirá desarrollándose a pasos agigantados durante los próximos años. Entre las conclusiones de Yampolskiy, una apocalíptica: «En 2030, el 99% de los puestos de trabajo pueden desaparecer o ser automatizados». La IA aporta miles de millones de dólares de mano de obra gratuita tanto física como cognitiva, apuntaba el experto. El minuto y resultado de la vida real. El otro día le pedí a la IA que me diseñara un cuarto de baño en función de unas características concretas y el resultado fue tan óptimo que pensé en el incierto futuro para los estudios de diseño e interiorismo. Asusta, la verdad. De la misma manera que puede usted consultar algunas de las informaciones del número de este periódico y muchas de ellas podrían estar también escritas por la IA a partir de un puñado de datos. A partir de ahí, corremos el riesgo de que todo el mundo tenga el mismo cuarto de baño y que el pensamiento único y artificial se extienda para dominar el mundo. Al echar la vista atrás, pienso que tuve una infancia más feliz jugando al fútbol o montando en bicicleta que tumbado en el sofá a golpe de reel de Instagram. Hoy en día, los niños ya no tienen cicatrices porque casi ninguno se parte la barbilla, punto débil de la etapa pretecnológica. No me fío de esas pieles sin suturar ni de la sobreprotección. Los cuerpos y las mentes débiles serán carne de cañón para esos pocos que dominan el móvil desde la hipnosis de las pantallas. No sé qué hará Fernando pero espero que al final opte por el bolígrafo y el papel para ver qué es lo que late en esos aspirantes a periodistas.

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