La dana entra en precampaña
En la puerta de Les Corts había ayer una protesta que cantaba como si fuera un villancico navideño: «Llorca i Mazón, la mateixa merda són». ... En el colectivo, en el que alza la voz, hay categorías. La primera, la de las víctimas. La del dolor, la pena, el llanto y las noches en vela. El grupo de esas personas que han perdido a sus seres queridos, que exigen justicia y asunción de responsabilidades, que tienen el derecho a clamar, a abrirse en canal porque saben que aquella tarde, la del 29 de octubre de 2024, muchas cosas se hicieron mal y que alguna decisión podría haber evitado la muerte de alguna de las 229 personas que fallecieron arrastradas por el agua. En esa protesta, había otra categoría, la de los parásitos, como Rafa Xambó, un tipo que siempre florece desde el fango y cuyo objetivo, más allá del dolor, es aprovechar el momento para alentar y alimentar un cambio político que vuelva a llenar la caja. ¿Alguien se ha parado a pensar, por ejemplo, que interés tiene Acció Cultural del País Valencià en este proceso? En la respuesta es lícito pensar que hay un deseo de cambiar el signo del Consell para que de nuevo se vuelva a abrir el grifo de las subvenciones para mantener vivo un chiringuito al que ya no le quedan monedas en el bolsillo. Apuesto vida y media que los herederos de Eliseu Climent no se hubieran personado si el Consell hubiera sido el del Botánico. Hay que hacer lecturas de larga distancia para entender que algunos tienen más intereses propios que colectivos en todo esto. La dimisión de Carlos Mazón como presidente de la Generalitat llegó tarde y mal, de la misma manera que seguir agarrado al flotador del escaño para no declarar ante la jueza Ruiz Tobarra es de pusilánime porque el abanico de versiones ha abierto un mar de dudas y la memoria de las 229 víctimas necesita la verdad con mayúsculas. Este caso no admite más sorpresas ni renglones torcidos, aunque sea por el respeto a las familias de los muertos y a las personas que han perdido sus casas. Mazón debería ser hoy un ciudadano de a pie, como la periodista y el restaurador, para completar todas las esquinas del reservado de El Ventorro. Pero no hay que olvidar que aquí hay también quien se aprovecha del barro para recuperar el terreno perdido, y tienen nombres y apellidos, empezando por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que desatendió a miles de valencianos en los días posteriores de la catástrofe y no hay ni protesta ni manifestación que se lo diga. De la misma manera que desde Madrid también deberían cargar con la responsabilidad de haber dejado a su suerte a los valencianos, antes y ahora, porque una nueva riada, como defienden muchos expertos, traerá la misma destrucción por falta de seguridad e infraestructuras. La dana se ha transformado en una precampaña electoral en toda regla, donde las víctimas cada día importan menos y los votos interesan cada vez más.
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