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Estoy que no salgo de mi asombro. Esta alcaldesa, digo de MªJ Catalá, no se arredra ante nada. No me extraña que se tome la ... vuelta de la Guardia Civil a la Casa Gran, en este caso para obtener documentación de la Fundación Valencia Activa, como una prueba más de las muchas que está teniendo que superar para no quedarse en minoría. Ni que se que se pase el pleno guasapendo con el ministro Óscar Puente sobre el apagón y, más disculpablemente, sobre el túnel de Serrería. En dos semanas mal contadas, la corporación que preside ha excluido a la UTE Global Omnium-Bertolín de la licitación del contrato de conservación y mantenimiento del alcantarillado de Valencia, un bocado de 293 millones, con todo lo que supone expulsar a la concesionaria del servicio integral del agua de la puja y renovarle la confianza a la adjudicataria anterior, relacionada, ay, con el presunto pago de comisiones al cuñado de Rita Barberá. Sin tomarse un respiro siquiera para contar hasta cien, ha multado a Vicente Boluda por empezar a construir sin licencia el edificio que Aurelio Martínez le autorizó erigir en el puerto en un ejercicio de magnanimidad alfonsina -de Alfonso V de Aragón y III de Valencia-. Exactamente igual que hizo, por otra parte, el alcalde de Alicante, Luis Barcala, en cuanto se enteró por la prensa de que el presidente de la Cámara de Comercio, uno de los pocos aliados empresariales con que cuenta Mazón en aquella provincia, Carlos Baño, estaba reformando de estranjis el antiguo centro comercial del puerto alicantino. Y por último, ha ordenado el cierre de cuatro restaurantes de la Marina. Ocioso es aclarar que no es Catalá, sino las instancias administrativas correspondientes las que han hecho sentir el peso de las ordenanzas municipales a lo más granado del empresariado local. Pero si yo estuviera a punto de inaugurar el más impresionante pabellón que vieron los tiempos revisaría de cabo a rabo la documentación no vaya a ser que falte alguna póliza. El desiderátum del cazador que se aficiona a la caza mayor no es cobrar un muflón, es abatir un león o un elefante. Y a ella parece que le está gustando la marcha. Afortunadamente se está limitando a aplicar la disciplina urbanística allá donde sus predecesores de Compromís y PSPV levantaron tanto la mano que eximieron a los promotores de hoteles, bloques de oficinas y supermercados de la obligación de dotarlos de los correspondientes aparcamientos. Una forma de comportarse que, de momento, la aleja tanto de la etapa del Botánico como de la del PP. Aquella que todavía está sujeta a resoluciones judiciales y sentencias que muy bien podrían obligarla a arrepentirse de su segundo error en relación con el mandato de Rita Barberá.
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