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Espadas

Alcaldes poco cervantinos

Jaume Collboni ha vuelto por donde solía Pasqual Maragall

Miércoles, 30 de abril 2025, 23:16

Durante siglos, los alcaldes, que eran la única autoridad del pueblo, estuvieron siendo designados de la manera más caciquil y veleidosa que imaginar se pueda. ... Era tan variadamente inadecuado el procedimiento que Cervantes lo puso de chupa de dómine en 'La elección de los alcaldes de Daganzo', un divertido e injustamente olvidado entremés en el que retrata como entre cuatro notables del lugar deciden cuál de los pretensores, «hombres todos de capa y caletre», pueden gobernar no «Daganzo (...) sino la misma Roma». Un manual de municipalismo 'avant la lettre', por cuanto plantea la posibilidad de someter a los aspirantes a un examen previo como el que han de superar herradores, «cirujanos y otras zarandajas». Con moraleja final , además, toda vez que, tras descartar a uno por catavinos y a otro por pensar que «con ser cristiano viejo/ me atrevo a ser un senador romano», el agraciado es el que promete llevar una vara «gruesa de dos dedos, temeroso/ que no me la encorvase el dulce peso/ de un bolsón de ducados, ni otras dádivas,/ o ruegos, o promesas, o favores/ que pesan como plomo, y no se sienten/ hasta que os han brumado las costillas/ del cuerpo y del alma». La sorpresa salta cuando el concejo le da la vara zurda. Y él se pregunta: ¿Cómo quieren que juzgue derecho con la vara zurda? Lo que no resiste el sainete cervantino es la comparación con los tiempos presentes. Mientras el Ayuntamiento de Valencia está todavía perfeccionando el trampantojo de los presupuestos participativos, implantados y gestionados por el PSPV a mayor gloria de Compromís, el de Barcelona está perfeccionando el en su día aventajado populismo maragalliano. Jaume Collboni ha vuelto por donde solía Pasqual Maragall y aunque no se quedará a vivir unos días con los vecinos como hacía el alcalde olímpico, va a cenar con ellos. Después de poner la campaña 'L'alcalde aprop teu', programa consistente en trasladarse él y parte de la actividad municipal al distrito elegido, Collboni está aceptando cenas con resopón. ¿Dónde está el truco, al margen del aporte de valor electoral? En la elección de familias que inspiren confianza, no, desde luego. El secreto radica en que previamente el consistorio estudia las invitaciones recibidas y se decanta por las que proceden de barrios desafectos e incluso me atrevería a afirmar que de adscritos a mesas electorales con mucha abstención. No en vano la mayoría de los quince hogares que ha visitado vive ajena al tejido asociativo local. Un claro ejemplo de cirugía de precisión electoral al lado del cual los creadores de contenidos que inundan las redes de videos y propaganda de encargo fabrican papillas ideológicas y los encuestadores, engañabobos.

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