Situación límite, sonrojante y merecida
El equipo sigue sin mostrar argumentos que le permitan ganar más y manifiesta defectos
Semana de análisis y diálogo, mucho diálogo. Tras la derrota ante el Real Oviedo, y la posterior rueda de prensa de Carlos Corberán, el entrenador ... del Valencia, la tensión aumentó, y si nos los había, dio la sensación de que los problemas aparecían, y si los había, se podían acrecentar.
Las explicaciones dadas finalmente en su comparecencia ante los medios de comunicación del viernes, el día anterior al partido de ayer, me convencieron.
Se metió en un lío, al nombrar a futbolistas de manera directa tras la derrota en Mestalla, al no contestar adecuadamente la pregunta de un periodista refiriéndose a su capacidad para sacar rendimiento a la plantilla aquel día, pero si consiguió explicarlo, conveniente y convincentemente, a nivel individual y colectivo a los suyos, y al destensar la situación, hizo bien.
O lo que se pide a la plantilla no da solución o no pone en práctica lo que se le pide correctamente
No mantuvo el control, algo que siempre hay que hacer, y se le notó claramente. Estaba muy dolido con la derrota pero, aun así, no le debe ocurrir.
Comprensible, pero inoportuno, el mundo del fútbol, desgraciadamente, se ha convertido en esto, ha evolucionado favorablemente en muchas cosas, pero negativamente en otras. Y esta, la de no criticar a tus jugadores en público, es una de estas últimas.
Y por supuesto, reparto de responsabilidades. Cuando las cosas van mal, todos en diferente porcentaje, tenemos culpa. Él sabe lo que les pide, y los que ejecutan, si lo han hecho correctamente o no.
Y ahí, es cuando no nos podemos esconder y asumir nuestra parte de esa culpa. Y finalmente, de manera interna, mostrarlo y comentarlo.
Sin duda, los resultados mantendrán o disminuirán la tensión, ahora ya sí. Comenzaremos a elucubrar en función de victorias o derrotas, y todo se habrá solucionado si mejoramos y ganamos, o hablaremos de que aquellos barros trajeron estos lodos si no lo hacemos. Ojalá sea lo primero.
Y de fondo, los problemas de juego que demuestra el equipo, lo más importante a resolver, porque, o bien lo que se pide no es lo que aporta soluciones, o los futbolistas no ponen en práctica lo que se les pide correctamente.
Y el Valencia volvió a perder, esta vez ante el Girona, derrotado en dos partidos seguidos de Liga, los problemas efectivamente, se acrecientan. De nuevo un derrota muy dolorosa, ante el último clasificado de la tabla, que además no había ganado ningún partido en esta temporada.
Y lo peor, la manera, la forma, el proceso, un equipo deprimido, sometido y superado en la primera mitad, sin posibilidad de reacción, teniendo enfrente a uno de los colectivos con más problemas futbolísticos de esta competición.
Regalada la primera parte, y por debajo en el marcador, la salida de Javi Guerra y las ocasiones de Diego López concedieron al Valencia la posibilidad de ganar, vuelvo a repetir, aprovechando los tremendos problemas del rival. Y sin embargo, otra vez el balón parado, nos condena y ni contra diez logramos empatar.
El Valencia está en una situación límite, sonrojante y merecida. El equipo de Corberán sigue sin mostrar argumentos que le permitan ganar más, y manifiesta de manera recurrente los diversos defectos que mantiene desde el principio de temporada.
Sigo preguntándome por qué cuando llegan y en situación dramática lo sacan adelante, y cuando menos complicado parece, con pretemporada incluida y fichajes de tu agrado, las cosas empeoran tanto en este Valencia, que hace las cosas del revés. O esa sensación transmite, al menos.
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