El pueblo salva al pueblo
Eso de que sólo el pueblo salva al pueblo estuvo muy bien. Fue lindo e incluso heroico. Pero aquellos chicos y chicas, tan espontáneos y ... decididos, lo que hicieron, muy principalmente, es ir echando a las alcantarillas un barro contaminado, mezclado con toda clase de detritus, que es el que ahora está seco, duro como una piedra, y obtura kilómetros de conducciones en las alcantarillas de la Zona Cero.
Paiporta, también Alfafar, lo reconocen y están tomando medidas preventivas. Otros pueblos se lo callan, asustados, porque ese es su problema menor. Pero el caso es que ni unos ni otros, nadie, se atreve a decir que lo de las caravanas de voluntarios escoba en ristre fue interesante desde el plano de la moral colectiva, pero fue un desastre práctico que ahora, entre otras secuelas, hace que las cloacas sean conducciones fósiles, arterias obturadas, peligrosas redes sin utilidad.
No, dejaros de historias. El pueblo no salva al pueblo, así como así. El lema tiene ribetes de anarcosindicalismo heroico; pero, pasado el instante fugaz de la foto, el titular, la canción y el poema, el pueblo lo que necesita es la aparición en el escenario del desastre de los buenos profesionales. Da igual si hablamos de riadas brutales en barrancos construidos de manera suicida que de colosales fuegos en sierras asilvestradas por el abandono: al pueblo lo salvan bomberos expertos y prudentes, brigadistas bien adiestrados, profesionales de protección civil y Cruz Roja, ingenieros de caminos y de montes... y con ellos, más allá de los escobones y los cubos, tan románticos, los camiones autobombas, los helicópteros, los bulldozers y los hidroaviones Canadair. La buena voluntad, como el heroísmo, son admirables; pero para casos serios, mejor si hay medios materiales abundantes, manejados por buenos profesionales... y dirigidos por políticos civilizados que en casos graves se olvidan del partido que los parió y colaboran como hermanos en un buen clima de coordinación.
¿Qué pasó en noviembre de 2024 con el barro? Pues lo mismo que en agosto de 2025 con los fuegos. Que la bestialidad de la catástrofe desbordó a todos y que ahora se ve lo que se ve: que la broza descuidada que rodea los pueblos los ha incendiado y que las alcantarillas son de piedra porque nadie organizó con profesionalidad el trabajo de aquella juventud voluntaria. Porque aquello fue emotivo, y se debe recordar; pero los chavales, al mando de un sargento de la UME hubieran hecho un ejercicio práctico.
¿Dudas? En los casos de duda suelo mirar a Alemania. Tras cinco o seis años de trabajo ya tienen protocolos nuevos para regular las relaciones Estado-autonomías en caso de emergencias. En cuanto a los ímpetus juveniles los van a canalizar, de momento voluntariamente, a través de la Bundeswehr. A 2.000 euros mensuales.
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