Clases medias
¿Es solo una impresión mía o en Valencia tenemos una clase política bastante más prudente y educada que la que se mueve por Madrid? ... En el debate sobre el estado de la ciudad, por ejemplo, ¿es una impresión mía o aquí ha habido menos crispación que la que se cocina fuera? ¿Es la alcaldesa de Valencia un factor de serenidad y cordura, un modelo de calma que al final va creando escuela?
O es sordera mía, o la política valenciana está bajando decibelios. Viene Diana Morant con frecuencia, dispara veneno, pero no encuentra ya el eco que esa misma ración tóxica genera en los Madriles. Hasta Pilar Bernabé y José Muñoz se han dado cuenta y han bajado el ruido. Y pronto es probable que se entere Joan Baldoví, que pasa la semana en la capital de España, como buen nacionalista, y me lo contaminan.
No, de Contreras hacia el mar cada vez se lleva menos la gresca. Y es gracias a María José Catalá, que entiende que ser firme no es faltar al prójimo ni precisa de gritar. No estuve en el pleno del estado de la ciudad; pero 45 entidades ciudadanas tomaron la palabra, vaya tela, algo inaudito no digo en los años cincuenta, sino en los ochenta y los noventa. El año pasado fueron solo dieciséis. Pero, oye, como dejan y a veces hasta hacen caso y resuelven el problema, pues adelante... Que yo sepa, todo fue educado: es una vez al año y hay que tomarlo como la alcaldesa hace, con moderación y pocas prisas. En el mensaje de la alcaldesa, jardín del Turia aparte, he visto bastantes alusiones a los autónomos y al empleo, a los impuestos y el trabajo; pero sobre todo he visto una autoridad municipal que se ha referido mucho a la seguridad y que ha apelado directamente a las clases medias, sin temor, serenamente. Una persona -¿cómo decirlo?- consciente de que los ricos muy ricos de aquí son aplaudidos por su mecenazgo, y que lo que abunda en esta ciudad es una extendida clase media, creadora y trabajadora, que es la que genera la mayor parte de la riqueza; gente que es mucho más solidaria en la lucha contra la pobreza que en cualquier otra parte del mundo.
Es a esa gran mayoría a la que la alcaldesa quiera dar, sobre todo, una abundante dosis de seguridad, que es lo que más se reclama desde el estado de bienestar. Evite usted, Ayuntamiento, que se me lleve una riada. Evite que se me vaya la luz o me quede sin agua. Asegúreme el transporte, la movilidad, la educación y la sanidad. El jardín del cincuentenario. Y en eso estamos: cien y pico millones para el agua potable es un dineral, pero es infraestructura de la seria. Pero eso es lo que quiere este pueblo, solidario, educado y liberal: deme herramientas, que lo demás ya me lo curro yo...
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