No puedo dejar de preguntarme si podía haber hecho algo más en la dana», afirmó hace unos días, en Onda Cero, la delegada del Gobierno, ... Pilar Bernabé. Vaya: ¿Estará cambiando el clima en el noveno mes de la inundación? Pero no. A pesar del aplastante informe de la Guardia Civil, a pesar de ese dictamen que señala que todos fallamos y que aquello fue, como siempre, un desbarajuste y un caos, el clima político no cambia. La frase de Bernabé, prometedora si se lee suelta, la copio incompleta: parece una reflexión moral sobre el deber, pero llevaba de cierre un latigazo: «Es lo que le falta a Mazón», añadió. Así es que no se trata de un gesto de sincera introspección, sino del preámbulo de un nuevo uso político, de clara inclinación electoral, de la inundación y sus víctimas.
Lo de siempre y como siempre. Y es que el PSPV-PSOE, con Pilar Bernabé a la cabeza, sigue cayendo en el mismo error conceptual: el error que están cometiendo también Mazón, y Mompó, con todo el PP tras ellos, al hilo de la investigación de una jueza, que quiere saber qué hicieron en la dana, cómo se comportaron todos... solo el 29 de octubre.
La investigación del juzgado de Catarroja ha obrado un milagro. Ha empequeñecido, ha anulado en la práctica, las preguntas e investigaciones sobre lo que también importa: lo que pasó antes. Es decir, la dejadez, la inoperancia, cobardía, frustración y miedo, la cicatería que hizo posible que no hubiera inversiones destinadas a evitar las inundaciones y paliar sus afectos; y, por añadidura, la tolerancia, la ceguera, el sectarismo y la codicia que llevaron a hacer que, en la provincia de Valencia, tengamos uno de los peores ejemplos urbanísticos de España, una ordenación del territorio absurda y letal.
¿Cómo ha sido posible, quién ha autorizado desde el lejano 1976, un polígono comercial de 14 kilómetros tendido como barrera de un barranco furioso? ¿Por qué se consintieron cientos de sótanos en áreas reconocidas como inundables? ¿Por qué se dieron las licencias tan a la ligera? ¿Cómo se ha colmatado de viviendas y servicios un suelo manifiestamente inundable y por qué desde la riada del 2000 no se han aplicado las soluciones proyectadas? ¿Qué ciega locura ha llevado a todos los ayuntamientos a incrementar los riesgos y desafíos que la naturaleza plantea desde hace milenios? ¿No sabía Cheste nada de sus barrancos? ¿No lo supo Riba-rroja de su absurdo polígono? ¿Chiva no tiene claro, desde hace siglos, que el pueblo y el barranco son enemigos incompatibles? ¿No hubo nadie que en Aldaia, Torrent, Picassent o Catarroja señalara los peligros de construir y vivir al borde mismo de barrancos asesinos?
Son preguntas sobre lo que pasó antes del 29-O. Preguntas que nadie responde...
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