El regreso
Después de enfrentarse al cíclope Polifemo, de resistir el canto de las sirenas, de bajar al Hades y de sobrevivir a las tentaciones de Circe, ... de renunciar a la propuesta de inmortalidad de la bella ninfa Calipso, Ulises por fin regresa a Ítaca. Nadie lo reconoce. Ni siquiera su esposa Penélope. Solo Argos, su perro, viejo y enfermo, que tiene veinte años, los mismos que dura la ausencia de su amo. Al oír su voz, levanta la cabeza, menea débilmente el rabo, lo mira, y muere. Es uno de los momentos más conmovedores de la literatura.
Se acaba de estrenar 'The Return', dirigida por Uberto Pasolini (es sobrino nieto de Visconti, nada que ver con Pier Paolo) que lleva al cine la parte final de la 'Odisea', con dos actores formidables, Juliette Binoche y Ralph Fiennes, en la que encarna a ese Ulises que vuelve deshecho, envejecido, cargado no de gloria sino de culpa. No hay dioses, no hay prodigios. La película evita el mito para mostrar lo esencial: el regreso no es una llegada, es una reconstrucción. Telémaco, su hijo, duda. Ítaca ya no es la Ítaca que dejó. Y él tampoco es el Ulises que partió.
Eumeo, el porquero, el siervo más humilde de Ítaca, le da cobijo sin saber que es su rey. Es el símbolo de la fidelidad, junto a Penélope. Ulises no vuelve con riquezas, con un botín de guerra, ni siquiera con uno solo de los hombres con los que salió: vuelve solo, pobre, ¿de qué le ha servido la victoria? Vaya vencedor: el único que regresa de la guerra de Troya y lo hace con las manos vacías ¿para qué sirve la gloria?
En tiempos de ruido y urgencia, la lección de Ulises está clara: observar, resistir
El palacio está en ruinas, los pretendientes han devorado sus riquezas y aspiran con descaro a la mano de Penélope, dando por hecho que él ha muerto. Ulises calla. No dice quién es. Se hace pasar por un mendigo, ¡él, el rey! La historia de Homero es imbatible. Es una muestra más de la inteligencia estratégica de Ulises: observar y analizar antes de actuar, esperar el momento exacto. Sigue siendo el Ulises astuto, el hombre que ha aprendido la desconfianza y la medida del tiempo. Si dice que es Ulises, los pretendientes acabarán con él. Lo que hace después y cómo acaba con ellos, eso lo dejo para otro artículo.
En tiempos de ruido y urgencia, la lección de Ulises está clara: observar, resistir. Tiene que soportar la humillación de hacerse pasar por un mendigo, aguantar burlas, insultos, desprecio. Pero no pierde la cabeza. Y es que, después de todo lo vivido, lo peor de Ulises empieza ahora. Porque regresar no es haber terminado. La venganza no lo guía: lo guía la estrategia. Sabe que para recuperar lo suyo no basta con llegar. Hay que saber esperar. Hoy lo llamarían debilidad. En nuestra era de la inmediatez Homero nos enseña que esa es la verdadera sabiduría.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión