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En la Unión Europea, el reducto democrático más firme del mundo, votar libremente no asusta. El pasado domingo tres de sus veintisiete países, Portugal, Rumanía ... y Polonia, se asomaron a las urnas donde los ciudadanos depositaron sus votos, con absoluta normalidad. Han sido elecciones modélicas, con lógicos resultados variados, aunque con tendencia conservadora, pero bien asumidos por las sociedades respectivas. La jornada ha sido un ejemplo para quienes todavía dudan sobre aquella frase de Churchil «la democracia es el peor sistema político excluidos todos los demás.
Comenzando por lo más cercano, en el vecino Portugal, se celebraron las terceras elecciones legislativas en tres años, una frecuencia que resulta excesiva, aunque si se recuerdan sus orígenes, es bastante explicable partiendo de las causas: el rechazo a la corrupción que con frecuencia derriba gobiernos. La primera convocatoria se precipitó con la acusación equivocada contra el primer ministro Antonio Costa que luego se demostraría se trataba de un lamentable error por la coincidencia de apellidos.
Aquella confusión le costó el poder al Partido Socialista que recayó en las manos de su alternativa durante más de cuarenta años, la Alianza Demócrata, coalición encabezada por el PSP, el partido liberal fundado por Sa Carneiro. Su líder. Luis Montenegro, asumió el Gobierno en 2024, pero una censura fundamentada en acusaciones a negocios familiares le llevó de nuevo a renovar al cargo en las anticipadas donde volvió a ganar. El Partido Socialista gobernó la mayor parte del tiempo desde la revolución del 25 de abril de 1974, y volvió a quedar el domingo en el segundo puesto por el número de sufragios, pero lo que es más grave, con nueve puntos menos en votos y un empate a 58 escaños con Chega, el partido de extrema derecha de creación reciente y cuya rapidez de crecimiento ha causado verdadera alarma.
En Rumanía el resultado de las elecciones presidenciales, que venía despertando preocupación en el marco de la Unión Europea, se saldó con el triunfo del conservador europeísta Nicusor Dan frente al prorruso Kalin Georgescu, un resultado que ha sido acogido en Bruselas con alivio.
Las elecciones presidenciales en Polonía, donde tras la etapa de ultranacionalismo conservador liderado por los hermanos Kaczynski, la normalidad democrática se restauró de la mano del centrista Donald Tusk como primer ministro, la presidencia se disputará ahora en una segunda votación entre el liberal Rafal Trzaskowski, que parte con ventaja, y Karol Nawrocki, nacionalista. Fueron tres elecciones representativas del crecimiento ultra. Todo preocupante y normal, donde las urnas entre los Veintisiete siempre están disponibles.
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