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Carles Puigdemont, durante su reunión con Salvador Illa en Bruselas. EFE
Entre Líneas

La cuerda al límite

Junts tensa al extremo la relación con Sánchez aunque un previsible pacto PP-Vox tras unas nuevas elecciones suscite un rechazo mayoritario en la sociología del soberanismo catalán

Alberto Surio

San Sebastián

Domingo, 26 de octubre 2025, 00:01

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El anuncio de Míriam Nogueras de que ha llegado «la hora del cambio» ha sonado como una campanada y ha comenzado a activar todas las alarmas. Hay quienes lo interpretan como el principio del final de la precaria legislatura del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. También hay quienes siguen sin dar una especial importancia a los avisos de los antiguos convergentes y los encuadran en una recurrente escenografía que no resulta creíble y que abusa de la humillación del Gobierno central. Se trata de ultimátums, según esa versión, que alimentan una narrativa de inquietud y de nerviosismo, pero que van de farol.

Junts le ha cogido gusto a eso de colocar al Gobierno PSOE-Sumar a los pies de los caballos. Intimidarlo y amenazarlo cada dos por tres. La pregunta es qué incentivo político tiene para Junts dejar en este momento caer a Sánchez y poner la alfombra roja para una eventual mayoría PP-Vox. Que es lo que hoy estaría sobre la palestra sin ningún género de dudas. Si Junts está por la labor de una moción de censura instrumental para sacar a Sánchez del poder si este no convoca elecciones, tenemos un relevo en La Moncloa a la vuelta de la esquina.

El partido liderado por Carles Puigdemont ha decidido someter a la militancia una decisión definitiva, convencida de la encrucijada en la que se encuentra y de las repercusiones que tiene. El cuerpo le puede pedir a Puigdemont echar a Sánchez por cierto resentimiento, pero también tendrá que medir las consecuencias. Ir a unas elecciones, con el espacio a la izquierda del PSOE dividido, abre la puerta previsiblemente a una mayoría PP-Vox, que también es una tarjeta de presentación muy incómoda en el ámbito del soberanismo. Por mucho que Alliança Catalana les presiona desde el ámbito extremista, propiciar la llegada de la derecha al poder plantea un horizonte inquietante para numerosas aspiraciones del secesionismo catalán. La cuestión lingüística, de entrada, con un PP que ha intentado en la sombra obstaculizar el reconocimiento del catalán en las instituciones europeas, es suficientemente expresivo a este respecto.

Junts argumenta que Carles Puigdemont ha perdido la paciencia, que está muy molesto con Zapatero porque considera que le ha tomado el pelo como interlocutor del Gobierno en busca solo de dilatar el proceso. El gran reproche del expresident es que Sánchez no ha cumplido sus compromisos en la negociación. Por otra parte, la amnistía se aplica a cuentagotas y tropieza con numerosos escollos. La Fiscalía del Supremo insiste en mantener la exigencia de detención del expresident. Su situación personal le condiciona de forma considerable y el Gobierno se escuda en que no tiene la iniciativa en este asunto. Puigdemont sigue sin poder volver a España y el desfondamiento social del 'proces' erosiona su imaginario reactivo. Solo le queda enarbolar una bandera de denuncia que tiene cada vez menos apoyo. En ese contexto, la presión desde la ultraderecha independentista de Alliança Catalana, con un brutal discurso demagógico, también complica el margen de maniobra de Junts.

Romper los acuerdos con Sánchez y llegar a forzar su salida del Gobierno con una moción de censura instrumental tendría también serias repercusiones en Cataluña. Junts rompería el tablero político para castigar al PSC y al PSOE, pero de paso se dispararía un tiro en el pie. Las encuestas revelan que los votantes de Junts prefieren a Sánchez antes que a Feijóo por goleada. El dato no es en absoluto baladí. Por si fuera poco, hemos conocido que el Gobierno renegocia con Alemania el apoyo al reconocimiento oficial del catalán en las instituciones. Se trata de una iniciativa que intenta aplacar a Junts en una cuestión muy sensible. Puede ser un golpe de efecto determinante que dé en la línea de flotación del discurso del soberanismo catalán. Si Sánchez logra un éxito en esta materia, Junts tendría muy difícil forzar la salida de Sánchez del poder. Pero con Puigdemont todo es posible. Siempre sorprende.

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