Los lazos que unen al papa Prevost con Valencia desde que se declaró continuador de León XIII son más firmes que los que puedan aportar ... monsergas como la de los seis grados de separación, la teoría según la cual cualquier hombre está conectado con otro por medio de una cadena de cinco personas conocidas o eslabones; sólo hay que atar cabos. Un adelantado a León XIII fue el jesuita valenciano Antonio Vicent Dols, promotor del catolicismo social en España. Fundador del primer Círculo Católico Obrero, se dedicó por entero a expandir esta alternativa al colectivismo de izquierdas desde mucho antes de la publicación de la encíclica 'Rerum novarum'. Autor de 'Socialismo y anarquismo', espoleó a monseñor Ciriaco Sancha a acoger en el palacio arzobispal valentino la constitución del consejo nacional interino de corporaciones y círculos de obreros católicos, uno de cuyos primeros acuerdos fue trasladar a las distintas diócesis españolas la conveniencia de formar tanto asociaciones populares que alejaran a los trabajadores de la lucha de clases como escuelas, cooperativas de consumo, de producción y de socorro mutuo que les permitieran superar las injusticias que sufrían. Una propuesta que arraigó de tal manera en estas tierras que 41 de los 150 círculos o centros y 22.068 de los 76.142 asociados existentes en España en el año 1900 estaban radicados en la región o Reino de Valencia. El progreso económico social y la secularización fueron reduciendo el número de ellos de manera sangrante, pero se da el caso de ciudades, como Xàtiva, donde de los tres casinos que pasaron el brutal corte de la Guerra Civil, cerró el Círculo Mercantil (el Comerç), se disolvió hace pocos meses el más elitista Setabense y únicamente ha sobrevivido el que ocupaba el edificio menos suntuoso de todos, el Catòlic. Otra curiosidad es que ninguno de los dos grandes círculos valencianos que han sobrevivido los instituyó Vicent Dols personalmente. Refundó el de Alcoi, el popular Ciri, en 1893, gracias a la ayuda que le brindó la familia propietaria de seguros la Unión Alcoyana, pero lo fundó otro jesuita, el padre Pastells, en 1872, en un intento de evitar revueltas como la que estalló al año siguiente, la Revolució del Petroli. Y el CCO San José, de Torrent, lo formó el también SJ Méndez Perpiñá, un auténtico líder social y religioso que lo dotó de todo lo necesario para atender a los menos favorecidos de la localidad, incluida una sociedad de socorros mutuos que acabó transformándose en la Caja de Ahorros de Torrent. De esta escuela de gestión y dirección que fueron ambas sociedades surgieron los torrentinos que coparon las principales instituciones económicas autóctonas, de la Cámara de Comercio y la Caja de Ahorros al Banco de Valencia, durante lustros para pasmo de capitalinos.
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