Hablaremos del Gobierno (y V)

Lo de pisar la zona de la dana por parte del presidente Sánchez es tan improbable como que algunos señoros del PSOE se jacten de dar lecciones de feminismo

Burguera

Valencia

Lunes, 8 de diciembre 2025, 00:07

Los temas candentes de la actualidad pasan más de moda que el tiro alto (o bajo), el camal ancho (o estrecho) o la altura ... del bajo en los pantalones. Aparecen y desaparecen esos asuntos a ritmo de uno por mes. Especialmente en Madrid, donde hace unos meses lo de blindar el aborto por la vía constitucional era artículo de primera necesidad vital. Sin embargo, tal y como están las cosas, no es plan de ponerse con el aborto. Ahora mismo esa iniciativa la tendría que impulsar un partido en el que la ministra de Igualdad no ha hecho nada, pero de nada, para resolver el problema de las deficientes pulseras antimaltrato, mismo partido que contó con un secretario de organización con continuadas preferencias prostitucionales, un asesor presidencial de cabecera gustoso de ser poeta y bajarse la bragueta y un entramado orgánico repleto actualmente de poderosas mujeres mirando poderosamente hacia otro lado y silbando como si fueran los payasos de la tele.

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El mismo partido que se pasó más de 40 años sin presentar a una mujer como candidata a presidir la Generalitat, una rareza que solo les afectaba a ellos, pretende dar unas lecciones impropias del modo en que ha gestionado el poder por parte de sus cuadros de liderazgo y con el modo en que sus mandatarias han soportado y tolerado a señoros que, por otra parte, no eran más cuñados que en otros partidos, si bien desde otras siglas se ahorran lecciones que no podían dar.

Ya puestos, nos olvidamos de cuando ir a la zona de la dana era un asunto capital. Ya no. Especialmente por parte de aquel que fue una sola vez y tuvo que salir precipitadamente ante la presencia de vecinos exaltados. Resulta sorprendente escuchar, como de pasada, a algún completo desconocedor de cómo estaban las cosas hace un año, cuando se explica aquella algarada como una movilización ajena al vecindario de Paiporta y vinculada exclusivamente con grupos de nazis. Un reportaje en 'Artículo 14' explica algo que voces del Gobierno admiten en privado, y es la completa discrepancia del equipo de Sánchez respecto a la idoneidad de aquella visita impulsada por Casa Real. Por cierto, que uno de los asuntos que más ha permitido recuperar el crédito a la Monarquía tras años de desgaste fue, precisamente, todo lo vinculado con la dana. Cierto que no tenían responsabilidades de gestión. Tan cierto como que aguantaron en Paiporta ante la ira vecinal, la soportaron y se conformaron con una situación insólita. Pero es que, tal y como se relata en 'Artículo 14', Felipe VI se dio cuenta de que «si el rey se marchaba de Paiporta se hundía el Estado». Periodistas como Miguel Ángel Aguilar han coincidido en esa idea de que a un estadista no le queda otra que aguantar. El terreno que un Gobierno cede a la emotividad exacerbada no se recupera fácilmente.

Se fue Sánchez. Cuando volvió, lo hizo blindado en la Delegación de Gobierno. Paradójicamente, los socialistas se han hartado de decir que Mazón no podía pisar la calle. Ellos, que tienen un líder que transita con las puntas de los pies por si tiene que huir del populacho, un presidente que se reúne con una serie de víctimas, ciertamente, personas que han sufrido pérdidas irreparables. Sobre la politización que los partidos intentan hacer de ese dolor, no hay que dejar de leer la entrevista a Lesaec, donde el exdirigente de una asociación de víctimas admite su sensación de que «alguna asociación de víctimas busca más venganza que justicia». La venganza es un sentimiento humano, pero un Gobierno y un partido no pueden cebar esa emotividad.

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