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Otro castigo por falta de pegada. Y ya van no sé cuántos. Me viene a la mente el partido del Mirandés: se te pone todo ... de cara con un gol a favor y acabas perdiendo en dos acciones aisladas. En Málaga la cosa no acabó en derrota pero sí se dejaron escapar otros dos puntos que ya veremos si en mayo no se acaban echando de menos. Este Levante tiene oficio pero no contundencia en área rival, y eso va a resultar imprescindible para ascender en esta Segunda sumamente igualada.
Lo mejor, que el Levante sigue colocado. Lo peor, que eso a estas alturas menos que nunca, es difícil entrenarlo. El gol se tiene o no se tiene, y a este equipo le falta. Se confió en la recuperación de Fabrício, ya en Brasil, en Morales, ahora en Álex Forés... y Julián Calero ve demasiado joven para imponer esta responsabilidad a Espí. Total que no hay manera hallar a un futbolista que imponga en área contraria.
Una lástima, porque el resto lo suele hacer bien el Levante. Salvo algún cortocircuito, como el de Dela en los primeros minutos que no acabó en gol por un nuevo milagro de Andrés Fernández, o el accidente de un remate cabeza perdido que sale a la escuadra tras tocar en el larguero. Ese fue el empate, obra de Puga.
Los malaguistas se preguntarán: ¿Qué partido ha visto este cronista? Cierto, el conjunto de la Costa del Sol salió desbocado, al ataque, encerrando al Levante. Tuvo esa ocasión clara y un remate al poste, ya con 0-1, en la primera mitad. Encerró a los granotas durante muchos minutos, pero dio sensación de peligro real en momentos puntuales. Es más, salvo ese error del inicio, a los valencianos se les veía defender con solvencia y con buena salida al contragolpe.
Y en una de esas llegó el 0-1. En un córner botado desde la izquierda. Por varios agarrones de esos que hoy en día no sabes si se pitan o no. Esta vez tocó cara. Hay que hacer algo con el arbitraje en España. Esta semana Louzán se ha reunido con los clubes –con todos menos con el Real Madrid, que va por libre y le interesa alimentar el relato de la conspiración– y el presidente de la Federación Española ha prometido cambios a mejor en el estamento arbitral. Ojalá.
Lo dicho, esta vez salió cara porque Galech Apezteguia, muy bien colocado, vio los dos o tres agarrones y pitó. No dudó, como Pablo Martínez a la hora de transformarlo. Esta acción fue un antes y un después de un partido que ya se había cobrado la primera víctima: Brugué, con una lesión muscular, con la que nadie le quita un par de semanas de baja. Otra zancadilla más al ataque granota.
En cuanto al partido, el nuevo escenario presentaba a un Levante cada vez más cómodo y a un Málaga más atascado. Atacaba pero con la sensación de que cada vez estaba menos convencido de sus posibilidades. Y tras el descanso, Sergio Pellicer asumió riesgos en busca del empate. Dejaba muchos espacios atrás y esto ofrecía todo un ramillete de opciones al conjunto granota cada vez que recuperaba el balón.
La pena es que Carlos Álvarez fue de menos a mucho más. En los primeros 20 minutos de la segunda parte estuvo errático, más centrado en hacer ayudas defensivas que en crear. Lo mismo sucedió con Pablo Martínez, aunque él tuvo en sus botas la acción que pudo cerrar el partido. Un pase largo para Morales y el Comandante, aunque no esté en su mejor momento, realizó una genialidad: le sirvió un pase al 23 que lo colocó ante Herrera.
Y el portero malaguista se le hizo enorme a Pablo Martínez. Pudo definir por bajo o tratar de lanzar en parábola por encima del portero. Eso fue lo que intentó, pero erró al conectar el balón. Vida extra para los andaluces, que acabaron aprovechándola poco después, en ese centro que remataría Pastor al que no llegarían ni dos como Andrés Fernández bajo los palos.
A partir de aquí, lo que más rabia da. Bueno, en parte, porque al contrario que en el desastre de Miranda de Ebro, el equipo no se descompuso. Se vio al mejor Levante. '¿Y por qué no juegan así desde el principio?', que diría alguno. 'Es que el fútbol no es tan sencillo, que el rival también juega', que respondería otro. Pero sobre todo: '¿Por qué no se desató antes Carlos Álvarez?'.
Desde luego, ver jugar al sevillano es una maravilla. De los futbolistas por los que vale la pena pagar una entrada. Su último cuarto de hora en La Rosaleda fue sencillamente sensacional. Lástima que esto se tradujese en una roja directa a Puga por parar a la desesperada el último ataque con peligro del Levante, y no en una asistencia o en gol.
Porque esto fue lo que le falló al Levante en estos instantes. La misma falta de contundencia en el área que habría necesitado para sentenciar el partido cuando iba por delante en el marcador. Álex Forés volvió a mostrarse desacertado dentro del área rival. Es lo que tiene el mercado de invierno, que no deja tiempo a adaptarse, como el de verano.
El Levante necesita gol. Porque el resto lo tiene. Sería un análisis demasiado simplista afirmar que sufre de miedo a las alturas. No. Lo del Racing de Ferrol y el Málaga es más bien esa falta de contundencia que te condena en una categoría tan igualada como la Segunda. Hay partidos en los que el rival te va a conceder muy pocas y esas hay que aprovecharlas, como hicieron los gallegos el lunes. El equipo lo sabe, tiene contundencia y no se percibe que sea tacaño en los esfuerzos. Necesita ese plus o, de lo contrario, el ascenso dependerá aún más del cara o cruz de cada partido.
Málaga
Alfonso Herrero; Puga, Pastor, Galilea, Dani Sánchez; Ramón, Manu Molina (Izan Merino; 79'), Larrubia (Yanis Rahmani; 90'), Lobete (Chupete; 79'), Cordero (Kevin; 45'); Dioni (Baturina; 58').
1
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1
Levante
Andrés Fernández, Manu Sánchez (Xavi Grande; 79'), Elgezabal, Dela, Pampín; Carlos Álvarez, Iborra (Sergio Lozano; 71'), Oriol Rey, Pablo Martínez; Morales (Álex Forés; 79'), Roger Brugué (Iván Romero; 32').
Goles: 0-1, Pablo Martínez (35'). 1-1, Pastor 68').
Árbitro: Galech Apezteguia (Comité navarro). Mostró cartulina amarilla al local Kevin y a los visitnates Elgezabal y Manu Sánchez. Roja a Puga (92').
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