El Levante femenino recupera la normalidad tras la DANA: «El fútbol pasó a un segundo plano»
«Fue extraño jugar en Buñol a puerta cerrada, nos faltaba nuestra gente», recuerda Estela. Ahora el femenino granota ya competirá en casa con público
El 20 de octubre, el Levante abrió el Ciutat para que su equipo femenino se enfrentase al todopoderoso Barcelona. En una nueva etapa, más compleja ... por las estrecheces económicas, nadie sospechaba lo que estaba a punto de acontecer. Que la DANA azotaría sin piedad a una plantilla donde varias de sus integrantes tienen familiares y amigos en la zona afectada. Incluso el preparador físico perdió a un amigo en Paiporta, y Amparo Tomás 'Xiri', la delegada, tuvo que marcharse de su casa de la localidad junto a su hija pequeña y aún no ha podido regresar. En todo este caos, lo de menos es que desde aquel encuentro en Orriols, el equipo no haya podido competir frente a su público hasta la fecha, y que por fin vaya a hacerlo este domingo 15 de diciembre en el partido contra el Espanyol a partir de las 16 horas.
«En un instante el fútbol pasa a un segundo o a un tercer plano», apunta Estela Carbonell, una de las futbolistas afectadas por la DANA. «La pandemia me pilló cuando estaba empezando en el Levante, nunca había tenido esa sensación de que el fútbol no me importase nada», incide la defensora de 20 años. Ella se pasó más de una semana compitiendo, pero contra el lodo de Paiporta. La DANA arrasó el negocio de su padre… y gracias: «Tenía una clínica dental que montó hace tres años. Ese día pudieron salir, y porque un paciente residía al lado, en un piso elevado y pudieron refugiarse ahí».
A partir del 30 de octubre, la vida de este equipo cambió totalmente. Los primeros días entrenar era algo que ni se planteaban, sobre todo las jugadoras que, como Estela, acudían a la zona especialmente castigada. «Todo estaba destrozado, es que ibas por Paiporta o a cualquier pueblo de alrededor a ayudar y te conmovía ver que la gente lo había perdido todo», comenta la joven defensora: «Ahora llevamos un mes, pero levantarse va a costar mucho tiempo».
Mientras tanto, ella y el resto de sus compañeras esperaban noticias del cuerpo técnico, que reside en Buñol: «Allí también se fue la luz y estuvimos un par de días sin tener noticias de ellos». Después supieron que estaban bien, pero trascendió que la ciudad deportiva había sufrido desperfectos: «Hubo mucha incertidumbre, porque con todo el lío de carreteras cortadas no sabíamos cómo íbamos a volver a entrenar, ni cuándo ni en qué condiciones... primero nos dijeron en un campo, luego en otro...».
Un caos dentro del caos que ha sido una tragedia que afectado a miles de personas. «Es que hay gente que lo ha perdido absolutamente todo. La clínica dental de mi padre quedó totalmente destrozada», señala Estela, cuya familia ha tenido fortuna. Ya no sólo por el hecho de que su progenitor pudiera refugiarse en un lugar elevado: «Ahora una amiga le ha prestado una clínica para que pueda ir funcionando».
También empezó a funcionar el femenino del Levante ya un mes. La primera semana las jugadoras trabajaron lo que pudieron en sus domicilios o en el gimnasio. Cuando ya era posible desplazarse, el grupo empezó a entrenarse en el polideportivo de Nazaret. El equipo tiene dos partidos aplazados (frente al Real Madrid y el derbi contra el Valencia), pero finalmente volvió a competir el 17 de noviembre.
Fue con victoria (1-2) contra el Betis, pero la semana siguiente se perdió en casa, en un partido sumamente extraño, frente al Granada. El club decidió que el encuentro fuese a puerta cerrada, a causa de los desperfectos en la ciudad deportiva y para evitar riesgos para el público. Las granotas cayeron 2-3. «Fue muy extraño disputar aquel encuentro con las gradas vacías, nos faltaba nuestra gente», recordaba hace unos días Estela. El equipo lucha por la permanencia y precisa ese aliento. Este domingo, frente al Espanyol, sí tendrá a ese jugador número 12.
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