

Los héroes levantinistas de Burgos recibidos a lo grande por la afición en Valencia
Alrededor de 250 seguidores granotas recibieron al Levante pese a que fuese un lunes laborable y el equipo llegase a altas horas de la mañana
Marcos Sánchez
Valencia
Lunes, 26 de mayo 2025, 07:24
De vuelta a la gloria. De vuelta a Primera División. Y lo ha hecho de forma épica, con un gol en el minuto 97 que ... ha desatado la locura, así ha ascendido el Levante. Celebraciones en Burgos y también en Valencia. En El Plantío, un auténtico descontrol: invasión de campo, abrazos entre aficionados, jugadores y cuerpo técnico fundidos en un mismo grito de alegría. En Valencia, la Fuente de las Cuatro Estaciones tomada. Bufandas al aire, bombos, pequeñas tracas e incluso fuegos artificiales improvisados. Efusividad granota en su máxima expresión.
Pero la celebración no acabó ahí. Tocaba recibir a los héroes de Burgos, a los que han devuelto la ilusión a una afición que ha pasado años de sufrimiento. La llegada estaba prevista para las 02:00 de la madrugada en la estación de AVE Joaquín Sorolla, pero los nervios eran tan grandes que muchos ya estaban allí dos horas antes. Momento perfecto para compartir un McDonald's con los amigos, revivir el partido una y otra vez, y seguir celebrando lo que ya es historia del levantinismo.
Las dos de la mañana era una hora para los más valientes, para aquellos que, pese a que este lunes se trabajase, su levantinismo los llevaba más allá, a quedarse un rato más despiertos de lo normal y recibir a los gladiadores que consiguieron la hazaña. Lourdes Botella era una de esas personas, porque lleva siendo del Levante desde bien pequeña, ya que su familia era 100 % granota, y eso la llevó a aguantar la brisa fresca que corría en la estación Joaquín Sorolla.
«Soy abonada desde bien pequeñita. He visto el partido en un bar del Cabanyal, y lo que me ha llevado a estar aquí a las dos de la mañana es que soy del Levante. Creo que muchos teníamos que quitarnos esa espinita y disfrutar de este momento. Me va a costar menos levantarme, si es que puedo dormir», afirmaba la seguidora granota.
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Además, Lourdes Botella lo tenía claro: no iba a perderse la rúa que el Levante ha preparado para celebrar el ascenso. «Voy a ir a la Basílica, luego al Ayuntamiento y terminaré en el Ciutat de València. No me lo voy a perder», aseguraba convencida.
Lo que el Levante ha unido, que no lo separe nadie. Y qué mejor manera de celebrarlo que en pareja. Eso fue lo que pensó Esther Tomás, aficionada granota que decidió acudir junto a su marido para recibir a los jugadores, justo el día en que celebraban su aniversario de boda.
«He visto el partido en casa porque tengo una nena de mes y medio, que ya ha ido al Ciutat de València. Hoy celebrábamos nuestro aniversario», explicaba. Además, como recientemente ha tenido una hija que tiene un mes y medio, preguntada por si tenía alguna petición en especial para alguno de los jugadores si lograba cruzar palabra con ellos es que le pediría que uno de los futbolistas saliese con su hija en brazos al Ciutat de Valencia a Morales o a Brugué.
«Bueno sí, yo si tengo que pedir algo pues le pediría, o a Brugué o a Morales, que saque a mi nena en el próximo partido en el Ciutat ante el Eibar», relataba la aficionada. Por suerte ella no tendrá que trabajar, así que podrá degustar este ascenso y descansar a su vez.Por suerte, no le toca trabajar en estos días, así que podrá saborear el ascenso con calma, celebrarlo en familia.
Llegaba el momento de recibir a los jugadores, más de 240 seguidores granotas agolpados en la salida de la estación AVE Joaquín Sorolla, los cánticos resonaban de una forma que hasta los primeros levantinistas que viajaron con el equipo se asustaron y llegaron, incluso a taparse los oídos. Turno, de los futbolistas que fueron recibidos como los gladiadores, que mencionan su nombre y salen a la arena, dándose un baño de masas y disfrutados.
Uno de los mejores recibidos, Calero, el artífice, el director de orquesta del ascenso del Levante, que entre bromas y con una sonrisa aceptaba una peluca para ponérsela en la cabeza. Una vez ya sentado en el autobús resoplaba con tranquilidad de saber que el objetivo estaba hecho y todo había salido bien.
Una vez el bus del Levante puso rumbo al Ciutat, la muchedumbre se fue disipando a lo lejos y poco a poco, amigos, familia, padres e hijos, todos siempre comentando y disfrutando un día para el recuerdo y un ascenso para la posteridad.
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