Hipertensión sin goles
Empate a cero inexplicable en un partidazo en el que Levante y Racing lo dan todo. Los de Miñambres suman unas nuevas tablas que no sirven para acercarse a los play-off con otro día de pólvora mojada
A la Segunda División se le conoce por motivos de patrocinio como LaLiga Hypermotion, que por si no lo saben, viene del nombre que tiene ... el motor gráfico que mueve el EA FC—el videojuego que toda la vida se ha conocido como FIFA— ya que el sponsor principal de la competición es EA Sports, la compañía que lo produce. Bueno, todo esto da igual. Era por justificar el hecho de que la gente ya la conoce como Liga Hipertensiones o Hiperemociones. Porque no es normal lo de la categoría de plata. A más de un aficionado le va a dar algo. No hay un equipo dominante. La igualdad es máxima. Todos pueden con todos y hasta el final no se va a decidir nada. Y si hay un partido y dos equipos que ejemplifican qué es esta locura de campeonato, son el Racing de Santander y el Levante. Y mirando el resultado dirán: ¡Pero si ha sido un 0-0!
Racing de Santander
Andrés, Muñoz, Cabello, Dela, A.García, Kochorashvili, Lozano (Fabrício, 71'), Pablo, C.Álvarez, Brugué y Dani Gómez (Bouldini, 71').
0
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0
Levante UD
Ezkieta, Mario, Alves (Germán, 83'), Hernando, Sangalli, Aldasoro, Grenier (Morante, 56'), Peque, Vicente, Lago Júnior (Mboula, 56') y Arana (Baturina, 83').
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Árbitro González Francés (Comité canario). Amonestó a Sangalli.
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Incidencias 19.203 espectadores en los Campos de Sport de El Sardinero.
Difícil de explicar cómo el encuentro disputado en los Campos de Sport de El Sardinero—lleno hasta la bandera con un ambientazo de día grande— terminó sin goles. Nueve ocasiones y 26 tiros registró la estadística. Varios disparos al palo y paradones de ambos guardametas. Inexplicable, de verdad. Esto es también lo maravilloso del fútbol. No entender cómo dos equipos lo dan todo y se quedan sin premio y sin ver portería. En clave granota, un nuevo empate —el decimosexto del curso— que sirve de más bien poco, ya que no se le recorta a un rival directo y se baja a la undécima posición en la tabla. Hará falta un apretón final en las últimas seis jornadas si se quiere optar a la promoción.
Y es que los cántabros plantean un juego fulgurante, muy del estilo alemán, de presionar arriba y correr a los espacios. Juegan al intercambio de goles y no tienen miedo a encajar porque juegan a marcar más que el rival. Todo lo contrario al Levante, que durante toda la temporada ha sido cauteloso, intentando jugar a no perder, priorizando la parcela defensiva y con un ataque que tiene la pólvora mojada. Bien pues, El Sardinero debe ser contagioso, porque al conjunto de Felipe Miñambres se le pegó lo bueno de los santanderinos. Aceptó el ida y vuelta y tomó el dominio del encuentro, encerrando a los locales y protagonizando múltiples ocasiones. Mientras, los de José Alberto López esperaban replegados a la caza de una oportunidad de hacer cosquillas.
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El primer tiempo fue granota. Tras un inicio incisivo de los locales que duró unos cinco minutos, rápidamente los de Miñambres tomaron la batuta, buscando mucho el costado izquierdo del ataque. La tuvo Lozano, muy protagonista, con un disparo raso que acabó en el lateral de la red. Poco después tuvo otra con un disparo desde fuera del área, buscando el palo largo, que salió rozando la madera. En el intercambio de golpes tuvo que aparecer en dos ocasiones Andrés Fernández para detener los intentos de Íñigo Vicente —qué jugadorazo, por cierto— y Lago Júnior. Precisamente el marfileño tuvo una clarísima en un contragolpe, en la que pecó de egoísta. Tenía a Arana para el pase fácil y decidió definir, fallando. Se salvó el Levante, que también forzó a Ezkieta a estirarse. Dani Gómez y Brugué le obligaron a lucirse para detener disparos lejanos. El punta madrileño tuvo incluso un mano a mano, quizá muy forzado, en el que su decisión de picarla por encima del meta no fue la acertada.
Tras el paso por los vestuarios, el guion de la película no cambió nada. Mismos ingredientes. Intercambio de puñetazos y sin control. Un partido de esos que se dice que no tiene centro del campo. Andrés sacó un paradón de la chistera con los pies, cuando ya se había vencido, a un disparo muy centrado de Arana, poco después de que Brugué hubiese estrellado un disparo al poste, aunque en una jugada que estaba invalidada por posición antirreglamentaria.
El Racing movió el banquillo, dando entrada a Morante y Mboula, teniendo este segundo una ocasión clarísima en la que intentó picar la pelota con el exterior y su especie de vaselina pasó muy cerca del poste. A la hora de partido, el Levante en cambio se mantenía con el mismo once que había iniciado. No fue hasta que el reloj marcaba que quedaban veinte minutos que Felipe agitó el avispero, quitando a Lozano y Dani Gómez para meter más pólvora arriba con Fabrício y Bouldini. Poco antes Kochorashvili había estrellado un disparo en la parte exterior de la cruceta en una llegada desde segunda línea que sorprendió a toda la zaga racinguista.
Otra de las ocasiones claras—créanme, todas lo fueron— la tuvo Dela en un saque de esquina. El pichichi granota de 2024 estuvo muy cerca de volver a perforar una red cuando en un saque de esquina botado en corto, Carlos Álvarez avanzó por línea de fondo para poner un centro tenso al área pequeña. El ligero desvío del zaguero levantinista acabó tocando la cruceta por fuera para el alivio del graderío santanderino. Poco después llegó el gol, en fuera de juego eso sí, de Pablo, que tras un fantástico pase al hueco de Brugué, definió de zurda ante Ezkieta. Lástima que estuviese adelantado por milímetros. Era la oportunidad de dar ese golpe sobre la mesa que se buscaba en Santander. No pudo ser y el árbitro, que apenas mostró una amarilla en todo el encuentro, decretó el final para el resoplar de todos los espectadores. Si seguían jugando más tiempo, posiblemente alguno acababa infartando. Así es la Segunda División, cruel a la par que emocionante. Un empate que sirve de poco para el Levante, pero que le mantiene vivo en la pelea.
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