El Levante choca con el VAR
Los granotas sufren la polémica anulación del gol de Bouldini con unas líneas justas. El equipo azulgrana acusa las rotaciones con una unidad B que no carbura y que es incapaz de superar en casa al Villarreal B
Inentendible que se tarden cinco minutos en revisar unas líneas para esclarecer si es fuera de juego o no. El Levante vuelve a chocar con el VAR, su principal enemigo después del penalti del Alavés, y deja escapar una victoria que debió ser cómoda y que se complicó con unas rotaciones que no funcionaron y con una decisión arbitral que saca de quicio a toda una afición.
Y es que con un once repleto de rotaciones y hasta seis cambios respecto al último partido, la unidad B del Levante no pudo superar al Villarreal B. Empate en casa que deja mal sabor de boca y que no permite seguir el ritmo a los equipos punteros de la categoría de plata. El Levante se mantiene en terreno de play-off, pero la oportunidad de dormir en puestos de ascenso directo se esfuma. Acusó las rotaciones, quizá drásticas, pero también desperdició una primera parte donde apenas pasó nada destacable.
Levante UD
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Villarreal B
Si por algún casual es de esos que el horario intersemanal le pilló en jornada laboral, impidiéndole presenciar el partido y piensa verlo en diferido, ahórrese el visionar la primera mitad. Se lo aseguro. Ganará 45 minutos de tiempo libre. El Villarreal B, bien plantado atrás, no dejó huecos. La unidad B del Levante por su parte no fue capaz de generar peligro y buscar las cosquillas a la defensa. La sensación previa al descanso era la de un equipo plano, sin ideas. Quizá el que jugasen varios futbolistas no habituales de golpe influyó. No se conocen todavía del todo, ni tienen los automatismos del once de gala. Fue un trago difícil de digerir. No es una exageración. La afición presente en el Ciutat empezó a impacientarse al ver la construcción de jugada lenta desde atrás con pases horizontales entre centrales sin avanzar hacia campo contrario. Esto provocó tímidos pitos cerca de la media hora de encuentro. En el añadido de una primera parte que se hizo eterna, el Levante tuvo un córner en la última jugada. En vez de colgar el balón al área, se sacó en corto provocando gritos de «¡va, va, va!» en la grada.
No fue todo negativo. Hubo algún destello, sí. Ante la dificultad de generar en el 4-4-2 inicial, Algobia se incrustó entre los centrales —Dela y Vezo— formando el 3-1-4-2 que Calleja ya ha usado en repetidas ocasiones. Buenos minutos también de Carlos Álvarez. El joven andaluz debutó como titular en el Levante y dejó para la galería una buena carta de presentación del tipo de futbolista que es. De esos jugones. Que se nota que tiene calidad. Sólo hay que fijarse en cómo conduce el balón, pegadito a su pierna zurda para trazar esas diagonales de fuera hacia dentro. Cada vez que la tocaba, pasaban cosas y levantó olés del respetable. Es pequeñito —1,68 metros— pero se mueve bien en espacios reducidos con el balón. Tiene cositas, pero está por hacerse. Y el partido se le hizo largo.
Tras la infame primera mitad, Calleja sabía que el equipo necesitaba cambios. Por ello introdujo una doble sustitución tras la reanudación. Fabrício y Oriol Rey entraron por Cantero y Algobia respectivamente, para aportar algo diferente al equipo. Y vaya que si se notó. No tardó ni un minuto el brasileño en hacer algo. Con una gran intercepción, robó el balón al Villarreal y empezó a hacer lo que más le gusta: correr al espacio. Su tiro cruzado salió rozando el palo en una de las ocasiones más claras hasta el momento. Pero levantó el ánimo.
La polémica llegó con el gol anulado a Bouldini. Tras un gran pase entre líneas de Carlos Álvarez, el marroquí abrió la lata. Pero tras la efusiva celebración, comenzó una larguísima revisión del VAR. Cordero Vega, plantado en el centro del campo, rodeado por jugadores de ambos equipos, escuchaba por el pinganillo. Una decisión milimétrica. Habrá que fiarse de las líneas, porque la imagen es ajustadísima. Están en paralelo. Inapreciable al ojo humano. Debió ser cosa de milímetros.
La impaciencia provocó los pitos del Ciutat, ya que tras casi cinco minutos de revisión, el veredicto final fue no dar validez al tanto. Prácticamente después, llegó el golpe. El Villarreal B se adelantaba con un gol fruto de la pasividad defensiva del Levante. En una jugada por banda, Carlos Romero le ganó la espalda a un agotado Xavi Grande y al llegar a línea de fondo, conectó con Lanchi en el segundo palo para silenciar el ambiente. Una atmósfera que se empezó a caldear por las decisiones arbitrales. La bronca de la grada con el árbitro crecía y crecía. Calleja sacó más pólvora retirando a los dos jugadores que estaban en el campo con dorsal del filial —Álvarez y Grande— para dar entrada a dos teóricos titulares indiscutibles: Brugué y Capa. Precisamente de las botas de Brugui nació el gol del empate.
El extremo se marchó de su marca y puso un centro pasado al segundo palo, donde apareció el jugador del momento: Fabrício. Entró como un loco para rematar de cabeza. Tanto que no vio si su balón había entrado. Lo dedujo por la celebración del público. Éxtasis. Orriols creía en la remontada ante un filial groguet que se iba empequeñeciendo y retrocediendo con el paso de los minutos. Entró Pablo, que va cogiendo poco a poco ritmo tras la lesión. Ocho minutos añadió el colegiado, pocos. Un posible penalti a Lozano, no pitado. Nada salió y dos puntos se fueron por la borda.