Las imágenes del hambre en Gaza aceleran el reconocimiento internacional de Palestina
Países con el peso de Francia, Alemania, Canadá y el Reino Unido plantean ya la solución de los dos Estados
Cuando un niño nace en Gaza abre los ojos en el infierno. Las imágenes del hambre conmueven más que las cifras de víctimas –por encima ... de 60.000– registradas desde el inicio en 2023 de la invasión israelí desencadenada tras los atentados de Hamás de aquel 7 de octubre. La opinión pública internacional lleva tiempo instalada en la indiferencia: los muertos son números. Ni siquiera las fotografías de menores destrozados por la metralla de una bomba han tenido el efecto que ahora tienen las instantáneas de bebés esqueléticos, de ojos agotados y hundidos. Esas miradas martillean las conciencias occidentales. De hecho, han tenido como efecto el aumento de la corriente de países que anuncian el próximo reconocimiento de Palestina y apuestan, como ha dejado claro esta semana la última conferencia de la ONU, por la solución de dos Estados, israelí y palestino.
Esa salida es inadmisible para el primer ministro hebreo, Benjamín Netanyahu. Pero hasta su gran aliado, Donald Trump, se ha ablandado ante las escenas que salen de la Franja. «Esos niños parecen muy hambrientos», concedió el presidente de Estados Unidos, que ordenó al enviado especial de Estados Unidos en la región, Steve Witkoff, vigilar in situ la distribución de alimentos. Los fotogramas del hambre han puesto al mundo contra Israel, un país creado tras el Holocausto nazi contra el pueblo judío. Incluso en la sociedad hebrea comienza a haber contestación: la ONG B'Tselem criticó a su Gobierno en un informe con un título revelador: 'Nuestro genocidio'.
Francia y el Reino Unido han anunciado que en la conferencia de la ONU de septiembre reconocerán el Estado Palestino. También lo harán Canadá y Malta. Portugal, Luxemburgo e incluso Alemania, fiel defensor de Israel por el peso en su conciencia histórica de las matanzas en los campos de exterminio durante la II Guerra Mundial, sopesan la solución de los dos Estados.
El reconocimiento palestino es un ola imparable. Ya son 147 de los 193 miembros de Naciones Unidas los que han dado ese paso. España, Noruega, Eslovenia, Armenia e Irlanda lo dieron en 2024. Si el Reino Unido, Canadá y Francia cumplen lo que han prometido, 13 de los 20 países más industrializados del mundo avalarán a Palestina. Como harán cuatro de los cinco de los miembros de Consejo de Seguridad de Naciones Unidas: el Reino Unido, China, Francia y Rusia. Sólo Estados Unidos, que tiene derecho a veto en una hipotética votación, se mantendrá al margen. En Europa, donde más resistencia hay, aún no se han sumado Bélgica, Países Bajos, Dinamarca, Austria, Finlandia, Grecia, Suiza, los bálticos, Croacia e Italia. La invasión israelí de Gaza y el uso del hambre como arma han acelerado el ritmo de países que ahora se muestran dispuestos al reconocimiento de Palestina.
La cifra
147 miembros
de Naciones Unidas de un total de 193 ya han reconocido a Palestina
También se mueve algo en EEUU. Una encuesta de opinión elaborada por Pew y publicada por 'The New York Times' refleja que el 53% de los ciudadanos tiene hoy una imagen desfavorable de Israel, frente al 42% anterior al ataque de Hamás. La tendencia es aún mayor entre los jóvenes. El Gobierno hebreo replica con el argumento de que muchas de esas imágenes de niños desnutridos han sido manipuladas. Aun así, está perdiendo esta batalla mediática en la que impide a los periodistas acceder a Gaza. «Israel es está convirtiendo en un paria internacional y no se lo pude permitir», asegura en el diario neoyorquino Bernard Avishai, profesor y analista. «Israel hizo una apuesta por la globalización y su economía depende de que sus élites tecnológicas encuentren socios en los países desarrollados», añade.
Cómo gobernar la región
Según el profesor de Historia de Maryland Jeffrey C. Herf, el Gobierno de Israel «ha caído en la trampa de Hamás, que utiliza el sufrimiento de su pueblo en su propio beneficio». El futuro de Gaza es nulo. Más allá de destruir el 80% de los edificios, incluidos hospitales y escuelas, Netanyahu no ha explicado cuál es su proyecto para la Franja. Se niega a negociar con otros países de la zona, como Egipto y Arabia Saudí, para elaborar un plan de reconstrucción. Tampoco la comunidad internacional tiene claro el porvenir de la región: ¿Quién gobernaría Gaza? ¿La Autoridad Palestina o Hamás, que es considerado por muchos como una organización terrorista? Palestina, además, incluye Cisjordania, ocupada en parte por colonos israelíes. ¿Cómo hacer que Tel Aviv renuncie a algo que considera suyo? Para levantar Gaza de sus ruinas hace falta acuerdo para formar un Gobierno, algo que ahora parece lejano por la invasión militar hebrea y por la propia división interna de los palestinos.
El reconocimiento oficial como Estado tiene más implicaciones simbólicas que de orden práctico y jurídico. Es un gesto político que respalda la solución de los dos Estados y apuesta por el inicio de un proceso que resuelva el conflicto a partir de la creación de una Palestina soberana e independiente. Ya es miembro de pleno derecho de la Liga de Estados Árabes y está englobada en la FIFA (Federación Internacional de Fútbol) y el COI (Comité Olímpico Internacional). Pertenece además a la Unesco (la organización de Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura) y aunque no es miembro de pleno derecho de la ONU, tiene estatus de Estado observador y puede participar y presentar propuestas en conferencias sobre cuestiones ajenas al conflicto árabe-israelí.
Es septiembre, la cuestión palestina estará en la mesa de la conferencia de la ONU. En las pantallas rebotarán aún las imágenes del hambre. «Desde la Segunda Guerra Mundial no ha habido ningún caso de hambruna tan minuciosamente diseñado y y controlado como el de Gaza», denunció en la BBC Alex de Waal, experto en estudios sobre el uso del hambre en contiendas militares. «No es sólo la experiencia del cuerpo consumiéndose, sino una experiencia colectiva de deshumanización», apunta.
A finales de mayo, el cirujano estadounidense Feroze Sidhwa ofreció ante Naciones Unidas el testimonio de su paso por un centro sanitario de la Franja:«He operado a niños con metralla en el corazón y balas en el cerebro». Aseguró que casi la mitad de los menores tenían tendencias suicidas. «Se preguntan: ¿Por qué no morí con mi hermana, mi padre, mi padre? No se trata de extremismo, sino de un dolor insoportable». Lo sufren los hijos y también los padres, que memorizan la ropa que llevan los críos por si tienen que identificarlos bajo los escombros de esta región donde las madres dan a luz en el infierno.
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