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Felipe de Edimburgo. AFP

Felipe de Edimburgo y sus equivocaciones

Salidas de tono, afirmaciones racistas o comentarios sobre su condición han llevado al consorte de Isabel II a las portadas de la prensa británica

A. Burgos

Viernes, 9 de abril 2021, 13:19

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El príncipe Felipe de Edimburgo vivió a la sombra de su esposa la reina Isabel II. Pocas veces ha despuntado en solitario, dado que a la mayoría de los actos públicos acudía en compañía de la reina. Sin embargo, Felipe Mountbatten, también príncipe de Grecia, conde de Merioneth y barón de Greenwich, ha dejado numerosas perlas en forma de anécdotas por sus famosas equivocaciones. Incluso esos errores han sido puesto negro sobre blanco en el libro «Prince Philip: Wise Words and Golden Gaffes» (Principe Felipe: Palabras sabias y errores de oro), de Phil Dampier y Ashley Walton.

Y es que, como recoge este libro publicado por Barcipan Publishing, el marido de Isabel II cuenta con toda una corte de seguidores y detractores debido a su carácter irascible, controvertido y, en ocasiones, hasta incorrecto respecto al férreo protocolo los 'royal' británicos. Se le conocía como 'Felipe el griego', pero a él no le importaba y siguía actuando conforme le dictaba el cuerpo. En ese comportamiento también estaba su popularidad. En términos coloquiales, el marido de la reina Isabel pasaba de lo que se dijera de él y actuaba a su aire, lo que le convirtió en el foco de los columnistas y dibujantes de la prensa británica a lo largo de los años.

Le han calificado de racista y machista porque Felipe de Edimburgo nunca se mordió los labios para dejar caer un comentario, sobre bien asuntos baladíes o bien de Estado. De los años 60 son célebres sus palabras durante un viaje de Estado a República dominicana donde en 1966, en mitad de un acto, espetó a sus anfitriones que «vosotros tenéis mosquitos, yo tengo periodistas«.

Un año después se recuerda que antes de viajar con la reina a la entonces Unión Soviética el príncipe aseguró que le gustaría ir a Rusia, «aunque esos bastardos asesinaron a la mitad de mi familia». También en Nigeria llegó a comentar al presidente de país que estaba ataviado con las ropas tradicionales que parecía que «usted vaya a irse a la cama». Incluso ante el dictador de Paraguay Alfredo Stroessner -1954-1989- llegó a decir que era «un placer estar en un país que no es gobernado por el pueblo».

Más doméstica fue la anécdota de Felipe de Edimburgo que, tras visitar una exposición de arte etíope, aseguró que le recordaba al «tipo de cosas que mi hija trae de la clase de manualidades». También lamentaba ser «más que una maldita ameba», porque era el único ciudadano británico «que no puede dar sus apellidos a sus hijos».

En 1989 ante un grupo de estudiantes británicos en China, el consorte de Isabel II les advirtió que si se quedaban más tiempo en el país asiático «acabaréis con los ojos rasgados». En el mismo orden de cosas, en 1998 pregunta «¿cómo habéis logrado que no os comieran?» a un grupo de jóvenes británicos que habían viajado por Nueva Guinea.

Otro de los comentarios el príncipe de Edimburgo que encendió las filas de la izquierda británica por su poco tacto tuvo lugar cuando dirigiéndose a una ciudadana filipina en Gran Bretaña le dijo que «tu país debe estar vacío porque estáis aquí todos trabajando». Más directo y reciente está el consejo que Felipe de Edimburgo ofreció a un veterano de la Guerra de Afganistán que había perdido las piérnas y esperaba una protesis al que dijo que «mejor podría ponerse unas ruedas».

Amante del volante y del mundo del motor –con más de 90 años tuvo su último accidente del tráfico- llegó a comentar que cuando un hombre abría la puerta de un automóvil a una mujer «es que estrena coche o esposa».

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