Trump relativiza el asesinato del periodista Khashoggi porque son «cosas que pasan»
El presidente de EE UU recibe por todo lo alto al príncipe saudí, a quien absuelve del crimen del periodista de 'The Washington Post'
Matar y descuartizar a un periodista con una sierra, «cosas que pasan», opina Donald Trump. El presidente de EE UU recibió este martes en la ... Casa Blanca a su «gran amigo» el príncipe saudí Mohammed bin Salmán (MBS), por primera vez desde 2018, el año en que el columnista de diario 'The Washington Post' Jamal Khashoggi fue asesinado en las instalaciones del consulado saudí en Estambul, al que acudió para pedir una partida de nacimiento para casarse. La CIA determinó que Bin Salmán aprobó personalmente la operación.
«Hemos mejorado nuestro sistema para asegurarnos de que algo así no vuelva a ocurrir», se disculpó el príncipe saudí este martes. «Es doloroso, y es un error enorme, estamos haciendo todo lo posible para que no vuelva a suceder». No obstante, en junio pasado su gobierno ejecutó al periodista Turki al-Jasser, que tenía una cuenta satírica anónima en X, después de torturarlo y acusarlo de terrorismo. El amigo del presidente Trump ha multiplicado un 76% el número de ejecuciones de 2022, con el escalofriante récord de 345 personas el año pasado.
Si el corrillo de periodistas de la Casa Blanca asistía impactado ante la naturalidad con la que se excusó del atroz asesinato de Khashoggi, la intervención del presidente de EE UU para defenderle solo era comparable a su falsa equidistancia moral entre los manifestantes pacíficos de Charlottesville y los neonazis que los arrollaron en 2017, dejando un muerto y más de treinta heridos. «Hubo una muestra de odio y violencia en muchos lados, hay gente muy buena en ambos lados», resumió entonces.
Este martes, cuando una periodista de la cadena ABC confrontó al jefe de Estado saudí con su crimen, Trump la recriminó por «avergonzar» a su invitado y amenazó con arrebatar la licencia a la cadena de televisión. El príncipe, dijo, «no sabía nada de ello. Podemos dejarlo ahí», pidió. Khashoggi, un periodista saudí autoexiliado en EE UU, crítico con el régimen, fue nombrado Persona del Año por la revista 'Time', que se refirió a él como «Guardián de la Verdad». Trump tiene otra opinión. «A mucha gente no le gustaba», justificó. «Y tanto si te gustaba como si no, las cosas pasan».
Su invitado no parecía incómodo. Recostado sobre la butaca, reía y disfrutaba de la ceremonia de absolución que le había preparado su anfitrión, después de haber sido tratado como un paria durante los últimos siete años. Trump le recibió con la mayor pompa ceremonial que le haya dispensado a ningún otro invitado durante este mandato, con la Plaza Lafayette sembrada de banderas de ambos países, marcha militar, salvas de cañón, sobrevuelo de aviones F-35 y F-16 -como los que ha aceptado venderle-, e inspección conjunta de tropas. «Y si ya estuviera terminado el nuevo salón, hubiera sido la ocasión perfecta», lamentó el mandatario. «Pero volverás cuando esté acabado», le prometió.
Impecable en su papel de aliado, MBS esperó a que Trump terminara su discurso sobre lo «maravilloso» de su amistad para soltar el regalo del día: Arabia Saudí no invertirá 600.000 millones de dólares en Estados Unidos, sino un billón. «Estados Unidos es ahora el país más caliente del planeta», contestó Trump satisfecho.
Inversión en tecnología
El saudí aseguró que no habían buscado inversiones solo para contentar a Trump, quien le preparó encuentros con líderes de las empresas tecnológicas. «Realmente necesitamos esa tecnología», insistió. El Gobierno saudí tiene el dinero, necesita la tecnología y está dispuesto a vincular su transformación económica a la industria estadounidense, especialmente a la inteligencia artificial, que presentó como la solución a la falta de mano de obra local. Para eso gastará 50.000 millones de dólares en chips estadounidenses a corto plazo y «cientos de miles de millones» más en el largo.
Más delicada es la venta de 48 cazas F‑35 Lightning, una tecnología militar que hasta ahora solo tiene Israel en Oriente Medio. El proyecto se presenta como «el mayor acuerdo de ventas de defensa en la historia» entre ambos países, con un valor estimado en 142.000 millones de dólares. El pacto abarca varias áreas de cooperación militar: avances en la fuerza aérea, defensa antimisiles, seguridad marítima y fluvial, comunicaciones y la protección de fronteras. En paralelo, se anunció que las autoridades de Riad invertirán cerca de 600.000 millones de dólares en la economía estadounidense, permeando más allá del contrato militar.
Arabia Saudí no solo busca un equilibrio militar en la región, sino una garantía explícita de que Estados Unidos intervendrá militarmente si el reino es atacado, en lo que se califica como un «pacto de defensa integral». Los defensores de Israel consideran que con ello se abandona el principio de «ventaja cualitativa» que EE UU le prometió a Tel Aviv, pero también la protección a la transferencia de tecnología militar sensible. China podría tener acceso a ella a través de Riad, dada la creciente cooperación entre ambos.
A cambio, el saudí no se ha sumado a los acuerdos de Abraham para reconocer a Israel, aunque Trump dijo que, en privado, le ha dado «una respuesta positiva». Su invitado sonrió. «Queremos paz para los israelíes, paz para los palestinos». Con estos últimos, Trump, que se reunió con Mahmud Abás durante la firma de paz, anticipa que se va a llevar «genial». El presidente cree que «la guerra» perpetrada por Israel fue «muy, muy exitosa» y se vanaglorió de que se hiciera con tecnología militar estadounidense. «Todo empezó aquí», dijo ufano.
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