Trump abre la puerta a nuevas sanciones contra Rusia
El republicano se muestra «muy descontento» con la última llamada con Putin, a quien acusa de «querer ir hasta el final, seguir matando gente»
La relación entre Donald Trump y Vladímir Putin no atraviesa su mejor momento. La última conversación (el pasado jueves) entre ambos mandatarios no fue nada ... bien. Y el presidente norteamericano no disimuló al día siguiente ante los periodistas a bordo del Air Force One: «Estoy muy descontento», dijo sobre la llamada en la que el jefe del Kremlin le advirtió que no renunciaría a sus objetivos en Ucrania. Horas después confirmaba sus intenciones con el lanzamiento de 550 drones y misiles sobre Kiev, el mayor ataque desde el inicio de la guerra, y felicitaba a Estados Unidos por el 4 de julio. Eso acabó de rematar el distanciamiento entre ambos mandatarios, con el inquilino de la Casa Blanca dispuesto a retomar las sanciones contra Rusia.
Trump decidió abandonar esta vía como método de presión sobre Moscú después de que su antecesor, Joe Biden, impusiera más de 6.200 sanciones contra entidades con vínculos rusos y de que la Unión Europea haya aprobado hasta 17 paquetes con castigos económicos. En su última conversación con Putin, aseguró el magnate, hablaron mucho sobre este tema. «Él entiende lo que puede pasar», zanjó el presidente estadounidense, que ve cómo las negociaciones que él mismo impulsó entre Rusia y Ucrania se encuentran estancadas desde hace semanas y sus frutos se han reducido, por ahora, a varios intercambios de prisioneros. La llamada del jueves tampoco arrojó «ningún avance», admitió.
La confianza que Trump dijo a principios de año tener en Putin comienza a resquebrajarse. «Quiere ir hasta el final, simplemente seguir matando gente, no es bueno. No me gustó», comentó el presidente de EE UU, que un día después se telefoneó con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien está muy preocupado por la decisión de la Casa Blanca de cortarle el suministro de armamento clave, como los sistemas Patriot. Aunque hubo una aparente sintonía sobre la necesidad de «trabajar juntos» para la defensa aérea de la antigua república soviética, la falta de ciertas armas puede dejar al ejército de Kiev en una posición muy comprometida frente a las tropas rusas, que a principios de semana daban por conquistada otra región completa, la de Lugansk.
Las negociaciones llevan semanas estancadas y la conversación del jueves no arrojó «ningún avance»
Andriy, comandante ucraniano en el Donbás, cuenta a este medio que el foco de atención de Occidente se ha puesto en la suspensión del envío de interceptores Patriot, que «son clave para evitar los bombardeos sobre Kiev, pero también han dejado de llegar proyectiles para artillería y ya los tenemos que racionar en el frente». El Kemlin celebró incluso este parón en el suministro estadounidense porque, a su juicio, acelerará el fin de la guerra. A su favor, claro. «Aunque los drones son cada vez más importantes y los podemos fabricar en Ucrania, no sustituyen sistemas más tradicionales como la artillería o los blindados. Sin estos proyectiles, Rusia tendrá más fácil ganar terreno».
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