Calabazas y esqueletos toman la Casa Blanca en su 67 fiesta de Halloween
El presidente de EE UU y su esposa repartieron dulces y chocolate entre los hijos de los trabajadores de la Administración y fueron sorprendidos por una versión 'mini' de la pareja
La Casa Blanca se ha teñido de naranja este fin de semana para celebrar su 67ª fiesta de Halloween. Esqueletos, fantasmas y calabazas se han ... apoderado del edificio que quizás sea el mayor símbolo del poder en el mundo. El presidente y la primera dama de Estados Unidos, Donald y Melania Trump, repartieron dulces y chocolatinas entre los hijos de los funcionarios de la Administración y saludaron, ante la sorpresa de todos, a la versión en miniatura de la pareja: dos pequeños caracterizados como ellos.
Las tradicionales decoraciones elegidas por la primera dama no tardaron en encender las redes, que se inundaron de mensajes que las tachaban de «excesivas» y «ostentosas», y recriminaban al presidente estadounidense el «derroche» a pocos días de retirar importantes ayudas en fondos sociales para la alimentación de los más desfavorecidos.
«Lástima que millones pronto se queden sin comida», fue uno de los comentarios lanzados por los ciudadanos al ver la ornamenta que lucía la Casa Blanca para esta fiesta tan enraizada en la cultura yanqui. «En lugar de decorar con comida, ¿por qué no la usas para alimentar a los necesitados?». «¿Vas a repartir esas calabazas entre la gente que está a punto de pasar hambre por la pérdida de sus beneficios del SNAP -en referencia al Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria- o les vas a decir que se coman un pastel?». Las críticas cayeron en cascada. Se estima que más de 40 millones de estadounidenses pueden llegar a perder en breve los cupones de alimentación, de los que dependen mensualmente para alimentarse.
Trabajadores y 'VIPS'
Como es costumbre en esta fiesta, que en España precede al Día de Todos los Santos, la Casa Blanca recibió a las familias de los empleados que acompañan al líder republicano en sus jornadas, pero también a invitados 'VIP' que no forman parte de su Administración.
Entre los pequeños que asistieron se encontraban los hijos de miembros del ejército, así como del personal más cercano al presidente. Así, por ejemplo, Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, llegó con su pequeño disfrazado de calabaza y Katie Miller, exasesora del Gobierno, iba vestida de esqueleto. Cientos de niños, desde bebés hasta preadolescentes, representaron a Spiderman, Capitán América, bailarinas, princesas y duendes.
Aunque la pareja presidencial decidió no sumarse a la consolidada tradición de disfrazarse, dos de los niños presentes en la fiesta decidieron transformarse en una versión infantil de Trump y su esposa, lo que generó una divertida escena. Los verdaderos inquilinos de la Casa Blanca saludaron a sus versiones en miniatura, que llegaron acompañados de una pequeña escolta.
Entre centenares de calabazas e hileras de hojas teñidas de los colores de otoño, los asistentes participaron en las actividades típicas de Halloween: asustarse (y asustar a los demás) y comer dulces. La tradición americana se desarrolló sin sobresaltos a pesar de que Trump había regresado apenas unas horas antes de una gira de seis días por Asia que le llevó a Malasia, Japón y Corea del Sur y de que el cierre del Gobierno federal estaba a punto de cumplir el primer mes.
La demolición y renovación del ala este de la Casa Blanca iniciada hace escasos días tampoco supuso ningún problema para la celebración. Unos muros provisionales ocultaron la vista de la construcción del nuevo salón de baile, aunque al otro lado aún se podía ver estacionada una excavadora que desentonaba con la temática de la fiesta.
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