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Un gesto muy signiticativo del nuevo presidente de los Estados Unidos.
El Trump que «se lo cree» y la mirada dardo de Michelle Obama

El Trump que «se lo cree» y la mirada dardo de Michelle Obama

El discurso del nuevo presidente de los Estados Unidos no es solo lo que lleva escrito en un papel. Son sus gestos, sus manos abiertas, el mentón hacia arriba... Un experto en comunicación no verbal analiza su elocuente gestualidad

Yolanda Veiga

Viernes, 20 de enero 2017, 19:24

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Donald Trump, convencido y feliz, soberbio a ratos, transparente siempre. Detrás, Melania, orgullosa de su marido. Y a su izquierda los Obama. Él, triste; ella, enfadada. Era el discurso de sus gestos, de sus rostros. Pese a lo encorsetado del formato las emociones se escapan por los ojos, por las manos, por los pies... El nuevo presidente de los Estados Unidos no habla solo con su discurso. También con su gestualidad. Y ambos dicen lo mismo. Cristian Salomoni, vicepresidente de la Asociación de Expertos en comunicación no verbal Aconve, traduce la expresión de un político atípico. Por todo y también por esto: «Él no esconde nada, es absolutamente coherente. Tiene credibilidad porque está realmente convencido de lo que dice. Otra cosa es que no compartas sus postulados...».

El «macho alfa»

Ese es Trump, «el macho alfa de la manada». Eso dice al menos con su cuerpo. «Su postura es la del ganador, la de una persona fuerte y segura que en todo momento quiere mostrarse como alguien poderoso». Lo transmite a través de «su pecho hacia fuera, el mentón hacia arriba rozando la soberbia, las comisuras de los labios hacia abajo en un gesto muy significativo de seguridad, de autoconfianza, y esa postura como si estuviera anclado en el suelo, como diciendo: 'Aquí estoy y nadie me va a mover'».

Dos gestos que lo dicen todo

Okey, así con los dedos juntos, el pulgar y el índice. Es un gesto muy suyo y un apoyo a su discurso «porque le hace parecer creíble». «Trump hace el OK para enfatizar lo que afirma y también dibuja una especie de 'L' con los mismos dedos. Es un gesto muy llamativo que quiere decir que su posición es inamovible, que nadie le va a hacer cambiar de opinión sobre lo que está pensando». Un aviso a navegantes, a los que creyeron que en campaña iba a decir una cosa para luego hacer otra. «El de la campaña y el de ahora es la misma persona y sus gestos son congruentes, sinceros».

Brazos abiertos, inusual en él

El discurso del nuevo presidente no ha aportado mucha novedad en su repertorio gestual. Si acaso, esos brazos abiertos, «que demuestran empatía», algo inusual en él. «Ha mostrado las palmas de las manos, ha abierto los brazos, como diciendo a la gente: 'Vosotros sois los protagonistas'». Y en esto hay un cambio de registro, apunta el experto, porque «hasta ahora todos sus gestos eran más narcisistas».

Momentos de ira y desprecio

A líder republicano el formato no le afecta y aunque el de este viernes era un acto muy protocolario, «él ha actuado, como siempre, sin control y sin filtros». Dice Cristian Salomoni que el nuevo presidente de los Estados Unidos es una rara avis entre la clase política y que sus emociones se desparraman sin contención por su rostro y su cuerpo. Y en un momento se la ha visto con ira. «Cuando hablaba de que el pueblo americano había sido ignorado lo hacía con ira. Se le ha notado porque enseñaba los dientes y bajaba las cejas hasta hacer un gesto con el entrecejo que denota enfado. Estaba haciendo un reproche a sus predecesores». Luego recordó que muchos norteamericanos han tenido que emigrar y ahí se le escapó (aunque a él no se le escapa, él lo deja fluir), el desprecio. «Esa sonrisa ladeada que a veces utiliza es un gesto despreciativo y ha recurrido a ella también en el discurso».

La familia, una piña

Dicen los expertos en comunicación no verbal que la cercanía física da la medida también de la psicológica. Y los Trump son «una piña». Como si hubieran trazado un círculo en el suelo, no se ha salido ninguno de la raya, si acaso el menor de los hijos, que como niño que es «a veces se despistaba mirando a otro lado». «Se nota que es una familia con sintonía, que se llevan bien». Y especialmente orgullosa se ha visto a Melania, «que dejaba entrever con su sonrisa una alegría tremenda y miraba con extremo amor a su marido».

La «brutal» mirada de Michelle Obama a Trump

Fue apenas un segundo o dos, un gesto que pasó inadvertido al ojo desentrenado, pero que a Cristian Salomoni le hizo saltar todas las alertas. «Al final del discurso, Michelle Obama mira con ira contenida a Trump. Se le ha notado porque ha entrecerrado los ojos y ha apretado los labios, un gesto que demuestra enfado. Es como si le fulminara con la mirada, ha sido brutal». A su lado, el presidente saliente, Barack Obama, «que controla mucho mejor las emociones y nunca habría dejado escapar una mueca así». Él estaba «triste». «Parecían dos fotos distintas. A la izquierda del público, los Trump, la familia feliz, exhibiendo sonrisas verdaderas; a la derecha, los Obama, mirando hacia abajo, labios apretados intentando contener la tristeza».

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