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Imagen de una ballena tras ser cazada en Japón. Reuters
Japón reanudará la caza de ballenas con fines comerciales en 2019

Japón reanudará la caza de ballenas con fines comerciales en 2019

El país nipón acaba con la moratoria de 1986 y alega que la captura de cetáceos es «vital para el desarrollo de las comunidades locales»

zigor aldama

Corresponsal. Shangái

Miércoles, 26 de diciembre 2018, 09:00

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Las ballenas solo han tenido tres décadas de relativa calma. Porque este miércoles Japón anunció lo que ya se había convertido en un secreto a voces: que se retira de la Comisión Ballenera Internacional y que reanudará la caza de estos cetáceos con fines comerciales el próximo mes de julio. Teniendo en cuenta que el país nipón es uno de los principales consumidores de carne de ballena, la decisión amenaza la recuperación del número de especímenes de este animal en peligro de extinción.

En la década de 1960, Japón consumía unas 200.000 toneladas de carne de ballena al año, una cifra que se ha desplomado hasta las 5.000 toneladas actuales, un 0,1% de toda la carne que se consume en el archipiélago. El país del sol naciente obtiene esa cantidad amparándose en una cláusula de la Convención Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas, aprobada en 1986, que permite dar muerte a los animales con fines científicos. En los últimos años, los balleneros japoneses han cazado entre 200 y 1.200 ejemplares. Lógicamente, temerosos de que el consumo vuelva a crecer, gobiernos de los 89 países firmantes de la Convención y ONG ecologistas han criticado duramente Tokio.

«La decisión de recuperar la caza es lamentable y Australia urge a Japón a que haga de su regreso a la Comisión Ballenera Internacional una prioridad», afirmaron las ministras australianas de Asuntos Exteriores y de Medio Ambiente, Marise Payne y Melissa Price. «Es evidente que el Gobierno japonés está tratando de pasar desapercibido anunciando esta decisión a final de año, evitando el foco de la prensa internacional -la mayoría de los corresponsales regresa a sus hogares en estas fechas-. Pero el mundo lo ve como lo que es», sentenció el director ejecutivo de Greenpeace Japón, Sam Annesley.

No obstante, Japón echa mano de razones culturales y económicas para dar caza a especies que, en su opinión, se han recuperado hasta alcanzar «niveles saludables».

En un comunicado, el Gobierno de Tokio afirmó que «en su larga historia, Japón ha utilizado las ballenas no solo como fuente de proteína sino también con otros fines», y que su caza «ha sido vital para el desarrollo y el sustento de comunidades locales». Por su parte, el portavoz del Ejecutivo, Yoshihide Suga, criticó duramente a la Comisión y explicó que Japón ha sido incapaz de reconciliarse con «países que solo se preocupan de la preservación de las ballenas y dan la espalda a llevar a cabo una caza sostenible».

En aguas territoriales

La retirada de Japón es fruto de las tensiones surgidas dentro de la Comisión el pasado mes de septiembre, cuando los países miembros aprobaron una resolución no vinculante que considera la caza de ballenas una actividad económica ilícita y que niega la necesidad de continuar 'investigando' los cetáceos provocándoles la muerte. Esta declaración supuso un bofetón para Japón, que pretendía acabar con la moratoria y alcanzar un consenso para permitir la caza regulada de ballenas, y ha terminado provocando su marcha de la Comisión.

No obstante, este miércoles Suga también añadió que esa retirada no supone que Japón vaya a cazar de forma indiscriminada. Solo lo hará en sus aguas territoriales y en las zonas de exclusión económica, y no en el océano Antártico o en el hemisferio sur, donde ha estado llevando a cabo hasta ahora su actividad ballenera 'con fines científicos'.

Así, la única esperanza de las ballenas se encuentra en el cambio de los hábitos de consumo de los japoneses. Porque los jóvenes apenas tienen ya interés por consumir su carne, algo parecido a lo que sucede en China con perros y gatos. «La mayor parte de la población ya no tiene ningún interés en que se reanude su caza», afirmó Nanami Kurasawa, activista de la ONG IKAN, a la CNN.

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