Vecinos de Picanya se unen contra un polígono y alegarán que es inundable
Los residentes alertan que el tráfico de camiones crecerá junto a sus viviendas y piden que se mantenga la huerta
Algo después de las ocho y media de la mañana, antes de que apriete el calor, un grupo de vecinos de Picanya quedan con LAS ... PROVINCIAS para mostrar en el lugar su rechazo a un plan aprobado por el Ayuntamiento a finales de mayo y que todavía no ha salido a exposición al público. Se trata de una reclasificación de terrenos agrícolas, unas diez hectáreas, en un polígono industrial.
La cita con los vecinos se produce en la calle la Taronja, la «frontera» de sus viviendas con unas naves industriales. La ampliación de la zona industrial se ha previsto al otro lado de esas construcciones. «Mira el paso de camiones ahora, cuando esté todo hecho habrán mucho más», señala Iván como uno de los argumentos de rechazo.
Ahora se encuentran en la fase de la organización, a punto de formar una asociación de vecinos desde la que presentarán las alegaciones cuando llegue el momento. El primer argumento está claro para ellos: la reclasificación se produce en una zona inundable y para ello señalan varias zonas de fachadas y farolas todavía con la marca de la altura que alcanzó el agua y el barro en la dana del pasado 29 de octubre.
El camino de la Pedrera es uno de los ejes del futuro polígono, que se cerrará con una carretera de circunvalación que utilizan desde que se cerró el paso a nivel de las vías de Metrovalencia, por donde ahora sólo pasan viandantes y bicicletas. La excepción se encuentra en los cortejos fúnebres que marchan hacia el cercano cementerio municipal. «Entonces abren esta puerta metálica», señala Iván.
Ubaldo, Mari Carmen y Mar hablan de los problemas que tendrán con el polígono industrial, que afectará no sólo a la promoción de viviendas adosadas donde viven, sino también a otras casas de la zona. «Estamos apartados de Picanya, abandonados y sin ningún servicio», lamentan.
En su opinión, lo que debe promover el Ayuntamiento son más viviendas y menos áreas industriales. «Los jóvenes se marchan porque aquí no pueden comprar un piso. En su momento se optó por los adosados y no pueden hacer frente a esos precios», dicen.
Cada una de estas viviendas paga al menos mil euros de IBI, lo que confrontan con lo que les espera si sale adelante el desarrollo industrial previsto. «Ya tuvimos problemas con una empresa de zumos. Como el alcantarillado no era el adecuado, de vez en cuando salía a la calle un líquido naranja. Tuvieron que cambiarlo todo», recuerdan.
Insisten en que la zona es inundable. «Nadie nos los tiene que decir porque sacamos los coches de los garajes repletos de barro, ahí están las marcas todavía», señalan, para comentar que tuvieron que cambiar las puertas de los estacionamientos, destrozadas por la fuerza del agua.
En la calle ocurrió algo parecido, con montones de barro y arrastres que retiraron ellos mismos. «Sólo vinieron voluntarios y nos ayudaron mucho, como unos chicos de Ibiza que sacaron los coches enganchados al suyo. También de Tarragona y de otros lugares, entre ellos y nosotros lo arreglamos todo en unos días con unas bombas de achique», dicen.
Cuando compraron las viviendas a finales de los años 90 no aparecía ninguna de estos planes. El proceso para la rclasificación fue posterior, en 2021 según denunció el grupo municipal de Compromís cuando rechazaron la propuesta en el pleno el pasado mayo. Reclaman el mantenimiento de la huerta.
Algunos campos están en activo y otros en desuso por falta de relevo generacional, aunque Iván apunta a que muchos podrían recuperarse, mientras alza la voz por el paso de otro camión. «Esto se agravará por mucho que quieran evitarlo», dice a la espera de conocer el detalle del plan urbanístico, donde se prevé una fuerte oposición vecinal.
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