Mercados de los municipios dana con ganas de la campaña navideña
La campaña previa en los recintos de la zona cero ha sido activa y ha permitido un respiro económico a los comerciantes, además de garantizar puntos de encuentro para los vecinos
Nacho Roca
Catarroja
Sábado, 29 de noviembre 2025, 00:48
En la zona cero de la dana, los mercados municipales de Catarroja, Paiporta, Alfafar y Aldaia viven la antesala de la Navidad como un momento ... clave. Este año, la actividad comercial muestra un ritmo distinto al del año pasado, cuando los primeros efectos de la dana aún eran palpables y muchos comerciantes todavía recuperaban sus puestos. Ahora, con la ayuda de iniciativas como por ejemplo el Bono Comercio de la Diputación, las semanas previas a la Navidad han sido más activas.
«Mejor que el año pasado, la campaña navideña se presenta mejor» comenta José Luis, presidente de la Asociación de Vendedores del Mercado de Catarroja. Para él, la Navidad de 2025 llega con ilusión renovada tras un año de dificultades, en el que la recuperación del comercio local ha sido lenta pero constante.
En Catarroja, el mercado municipal cuenta con sesenta puestos, casi todos ocupados. La decoración navideña comenzará la próxima semana, en sintonía con la tradición local de decorar tras el puente de la Purísima, aunque el Ayuntamiento también ha prometido apoyo económico para la ornamentación. La experiencia del año pasado marcó a los comerciantes, muchos perdieron género almacenado por la dana, como explica Gemma, de la parada Sabores de Catarroja: «Fue horrible, toda la campaña de Navidad se me fue. Todo lo que tenía en el almacén quedó arruinado. Pero este año parece que se esté animando un poquito, la feria del comercio de la semana pasada ha ayudado mucho», en referencia al encuentro comercial celebrado los días 22 y 23 de noviembre para incentivar las compras.
La feria del comercio, organizada por ACYPE, Asociación de Comerciantes y Pequeños Empresarios de Catarroja, ha supuesto un impulso económico y de visibilidad. Los comerciantes notaron la llegada de clientes no solo del propio municipio, sino también de Valencia, interesados en productos especializados que no se encuentran en supermercados. «Para mí, esos dos días fueron muy satisfactorios, a pesar del esfuerzo físico. La gente está animada y eso es un buen presagio para la Navidad», concluye Gemma.
Paiporta, otro de los municipios afectados por la dana, también experimenta una recuperación gradual. El mercado municipal sufrió inundaciones que impidieron un buen desarrollo de la campaña navideña del año pasado, y muchos puestos permanecieron cerrados durante semanas. Este año, sin embargo, los comerciantes celebran que la actividad se ha reactivado, con un flujo constante de compradores y un aumento de las ventas gracias al Bono Comercio de la Diputación.
El mercado de Paiporta ha seguido la línea de otros mercados de la comarca con una decoración navideña que se prepara de manera artesanal y comunitaria, con la participación de los propios comerciantes y asociaciones locales. La percepción general es que, aunque el impacto económico de la dana aún se nota, la ilusión y la preparación para la Navidad son mayores que el año pasado, con los puestos recuperando parte de su actividad normal y la clientela respondiendo positivamente.
En Alfafar, el mercado ha funcionado mejor que en Catarroja o Paiporta durante el año de la dana. David Olivio, presidente de la asociación de vendedores, explica que la zona donde se encuentra el mercado está ligeramente elevada, lo que permitió proteger maquinaria y mostradores frente a las inundaciones. «Pudimos relativamente pronto salvar maquinaria y volver a trabajar. Tardamos unas tres semanas en normalizar la actividad», comenta Olivio.
El mercado de Alfafar tiene siete puestos abiertos al público, aunque el total de espacios es mayor. La ocupación y el dinamismo del comercio han permitido que las Navidades se presenten con normalidad. La decoración corre a cargo del Ayuntamiento, que suele instalar luces y adornos, y los comerciantes preparan sus puestos con productos frescos y de temporada. Según la concejala Amparo San Juan, este año también se está invirtiendo en modernización, se han incorporado taquillas inteligentes que permiten a los clientes recoger pedidos de manera autónoma, mejorando la experiencia de compra y adaptándose a las nuevas necesidades del público.
En Aldaia, la secretaria del mercado, Chelo Moura, recuerda que el edificio sufrió inundaciones de hasta 50 centímetros, pero la estructura resistió gracias a las protecciones metálicas alrededor del mercado. A pesar de los daños eléctricos y acumulación de barro, el mercado pudo reabrir entre 15 y 20 días después de la dana, con esfuerzos continuos para reparar sistemas eléctricos y levantar persianas manuales. «Al mes de la dana abrimos, pero estuvimos cinco o seis meses con el sistema eléctrico dañado. Fue un desastre, especialmente para los productos almacenados para la Navidad», explica Moura.
El mercado de Aldaia tiene 50 puestos, de los cuales actualmente están operativos 25, y destaca la solidaridad entre comerciantes y colaboración con otros mercados para superar los obstáculos. A diferencia de Catarroja y Paiporta, que sufrieron un parón total durante la dana, Aldaia pudo mantener parte de la actividad, aunque la campaña navideña del año pasado también se vio afectada por las pérdidas de género almacenado. Este año, los comerciantes confían en que las ayudas económicas, tanto públicas como privadas, contribuyan a reactivar las ventas y animar a la clientela.
Más allá de la venta de productos, los mercados navideños funcionan como un motor de recuperación económica y social. La decoración, los belenes, mercadillos y actividades culturales generan ambiente, atraen visitantes y fortalecen el comercio local. Como resalta José Luis, presidente de Catarroja: «El mercado es el alma del comercio y un punto clave para la socialización. Cada actividad que se haga, cada evento, es bienvenida».
Aunque el recuerdo de la dana todavía pesa, la colaboración entre comerciantes, asociaciones y administraciones locales ha permitido que los mercados estén preparados, decorados y listos para recibir a los clientes. Catarroja, Paiporta, Alfafar y Aldaia muestran distintos grados de resiliencia y recuperación, pero todos coinciden en que la Navidad es un momento crucial para la reactivación económica y social, donde los mercados municipales no solo venden productos, sino que también tejen la vida comunitaria y refuerzan la identidad de los municipios.
«Venir al mercado me da la vida»
Los mercados municipales de Catarroja, Paiporta, Alfafar y Aldaia cumplen un papel mucho más amplio que la simple venta de productos. Tras la dana, han recuperado su función como espacios de encuentro, socialización y tradición, ofreciendo a la ciudadanía un respiro económico y emocional.
María y Luisa, vecinas de Aldaia, destacan la dimensión social del mercado: «Es muy familiar todo, compras, conoces a los vendedores de toda la vida… como una familia. La calidad es buena y además, entras y ya sabes lo que vas a encontrar», explica María. Para ellas, el mercado no es solo un lugar de abastecimiento, sino un espacio donde se fortalecen vínculos comunitarios y se mantiene la tradición local. La dana obligó a los vecinos a buscar alternativas mientras muchos comercios permanecían cerrados, y el mercado municipal se convirtió en el punto de referencia para abastecerse. «El año pasado fue complicado, no había nada abierto fuera. Aquí se podía comprar todo, y además nos sentíamos acompañadas», añade Luisa.
Paco Navarro, vendedor de Charcutería Adana con catorce años de experiencia en Aldaia, recuerda cómo el mercado municipal fue un pilar durante los días posteriores a la dana reforzó la función social del mercado, convirtiéndolo en un verdadero centro de encuentro y apoyo mutuo. «Un mercado municipal es un centro de reunión. Puedes conocer al vendedor y que él te conozca a ti, saber cómo va tu familia, cómo están tus hijos », asegura Navarro. Este trato cercano permite que la compra sea también un acto de intercambio humano, donde se refuerzan la confianza y la comunidad.
En Paiporta, Verónica Cano, de la Herbolaria de Vero, explica cómo la recuperación tras la dana ha impulsado la cohesión entre comerciantes y clientes. «Tras el desastre, vendíamos desde una food truck que nos proporcionó el chef José Andrés, porque no había comercios abiertos. La comunidad se volcó con nosotros, y muchos vecinos vinieron de otros municipios gracias al Bono Comercio de la Diputación».
Cano destaca la importancia de la asociación de comerciantes creada tras la dana. «Antes no éramos asociación, y la dana nos obligó a organizarnos. Esto nos ha hecho más fuertes, no solo para defender nuestros intereses, sino para crear un espacio donde los vecinos se sienten acompañados» comenta Ruth su presidenta. La participación activa de los comerciantes ha transformado los mercados en núcleos de resiliencia comunitaria, donde la ayuda mutua y la solidaridad se combinan con la venta de productos.
En Catarroja, Toni explica que «me gusta venir al mercado porque siempre encuentras alguien con quien conversar, y además, todos los productos son muy buenos», opinión similar a la de Carmen de Paiporta «vivo cerca y para mi venir al mercado me da la vida».
El valor social de estos mercados se aprecia especialmente en la Navidad, momento en que se incrementa la afluencia y se generan actividades que refuerzan la comunidad: desde la decoración colaborativa hasta la organización de belenes o mercadillos. Los mercados no solo facilitan el consumo, sino que funcionan como epicentros de la vida local, reforzando la identidad de cada municipio y ofreciendo un espacio seguro y cercano para la interacción social.
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