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Redacción
Torrent
Martes, 11 de marzo 2025, 09:45
El Centro Integral de Protección Animal de Torrent y Valencia, anunciado en 2015 por el entonces alcalde Jesús Ros, nunca llegó a construirse. Sin embargo, el proyecto supuso un desembolso de 145.000 euros en la compra de terrenos situados en una zona inundable, una inversión que hoy se considera un despilfarro.
El pasado 29 de octubre, la DANA dejó en evidencia la falta de previsión del gobierno local. Las parcelas destinadas al refugio quedaron anegadas bajo metro y medio de agua, confirmando que la ubicación elegida, entre los barrancos de Saurí y Santo Domingo, era completamente inadecuada. De haberse construido el centro, los animales habrían estado en grave peligro.
Ocho años de anuncios sin resultados
Desde su inclusión en el pacto de gobierno entre PSOE y Compromís en 2015, el refugio ha sido objeto de múltiples promesas incumplidas. En 2017, Jesús Ros y Joan Ribó firmaron un protocolo de intenciones, pero el único movimiento real fue la compra de terrenos. El Ayuntamiento de Valencia apenas comprometió 12.000 euros para trámites administrativos, dejando claro que no existía un respaldo firme para su desarrollo.
Mientras el proyecto seguía sin avances, los animales abandonados en Torrent eran trasladados a Vinarós, a 169 kilómetros de distancia. Asociaciones animalistas y ciudadanos denunciaron la falta de sensibilidad del gobierno local y las dificultades que esto suponía para la adopción de los animales.
Una gestión cuestionada por la oposición
El Partido Popular ha señalado este caso como un ejemplo de mala gestión socialista. José Francisco Gozalvo, secretario general del PP en Torrent, ha criticado la falta de planificación y el despilfarro de fondos públicos: «Durante ocho años vendieron humo a los colectivos animalistas. Ahora queda claro que la ubicación era un error y que nunca hubo intención real de construir el centro».
La tormenta que devastó los terrenos ha sido la prueba definitiva de que el refugio animal de Torrent nunca tuvo una base sólida. Ocho años después de su anuncio, el proyecto queda en el olvido, convertido en símbolo de una gestión fallida y del despilfarro de dinero público en promesas que nunca se cumplieron.
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