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En el año 2020, el cocinero riojano Francis Paniego (dos estrellas Michelin) se embarcó en un proyecto en principio gastronómico que sin embargo se dotaba ... de una visión más transversal. Se trataba por un lado de reivindicar la raíz familiar de la cocina, vinculada a la influencia histórica que ha tenido para su desarrollo la mano materna en tantos y tantos casos, como el suyo propio, pero a la vez pretendía aprovechar el festival que organizó en Ezcaray, la localidad donde tiene su restaurante El Portal del Echaurren, pegado a la pared de la histórica y reconocida casa de comidas de su familia, para promover los encantos de la coqueta villa riojana. Al mismo tiempo, latía de fondo una reflexión muy personal, casi una obsesión: situar a la cocina en el mapa de la alta cultura. Que conviva en el mismo plano su condición popular con su contribución de orden social a tantas facetas de la vida diaria: la economía, por ejemplo.
Su propuesta se llamó Mamá Festival y este año regresa, auspiciada bajo esos mismos propósitos, aunque con un enfoque aun más ambicioso. Su idea es aprovechar ese discurso compartido con tantos colegas de toda España para rendir homenaje a la llamada cocina de las madres pero desde un enfoque territorial: con la Comunitat como estrella invitada. Es un reconocimiento múltiple. Por un lado, se distingue a la excelencia que significa la gastronomía valenciana en el ámbito español, al mismo tiempo que se incluye en la programación a destacadas referencias de nuestra cocina que tienen en común una óptica coincidente: haber desarrollado su discurso a partir del apego a la tierra. Un factor que vale tanto para Quique Dacosta como para Ricard Camarena, Begoña Rodrigo o tantos otros reconocidos chefs.
En realidad, la capacidad de convocatoria de Paniego se refleja en una alineación en plan 'dream team' de la cocina de la Comunitat. A los ejemplos citados se añaden otras deslumbrantes figuras, como Kiko Moya, Luis Valls, Susi Díaz, Vicky Sevilla, Alejandra Herrador, Vicente Patiño, Rakel Cernicharo... Acudirá también a la cita prevista en agosto el pastelero Paco Torreblanca, para compartir sus experiencias con el resto de cocineros reclutados por Paniego para la misma causa y que juegan en casa: otro 'dream team' de la cocina riojana, con el propio mago del Echaurren al frente, en compañía de Miguel Caño, Aitor Esnal o la pareja formada por Angelines González y Fernando Sáenz. Acudirá también otro afamado chef ezcarayense, Pedro Masip, acompañado por supuesto por su madre, la impresionante señora Vicenta: el testimonio vivo de cuanto significa eso, la cocina de madre.
Con esa impresionante formación Paniego está convencido de que alcanzará a cumplir los objetivos que se ha propuesto, enumerados antes. También ayudarán a satisfacer otro argumento de peso: aprovechar la presencia de sus compañeros valencianos para organizar en favor de las víctimas de la dana una paella gigante y popular cuyos beneficios se destinarán a paliar las angustias y necesidades del vecindario de la zona cero. Y, de paso, sellará un contrato de lealtad muy íntima hacia la persona que explica este formidable despliegue. Su propia madre, la gran Marisa. Cocinera genial, cuya huella palpita aún entre los fogones del Echaurren. La auténtica estrella de un festival que en su honor sólo podía llamarse así: mamá.
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