Carta abierta al futuro profesional de la hostelería

Sé que no va a ser fácil. Tal vez tu decisión viene motivada por ser una profesión de fácil acceso, con una alta demanda o simplemente porque puede ser la tabla de salvación económica en los tiempos estivales que nos permitan navegar más holgados en los estudios invernales. A lo mejor es tu última opción tras haber buscado trabajo en las disciplinas que dominas o has estudiado. Pero eres, sois, muy bienvenidos. Os necesitamos y vamos a cuidaros para que nos ayudéis a convertir nuestra profesión en la más bonita del mundo.

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Ser profesional de la hostelería es mucho más que un trabajo, es una pasión. Si amas el servicio al cliente y te gusta hacer sentir a los demás bienvenidos y felices, entonces has elegido la profesión adecuada. Tendrás la oportunidad de conocer a gente nueva todos los días, de diferentes culturas y orígenes, y podrás aprender de ellos y enseñarles también. Vivirás experiencias únicas y serás protagonista en acontecimientos especiales de otras personas como parte fundamental del éxito de los mismos. Serás un recuerdo en los corazones ajenos. Seguramente no te des ni cuenta, pero lo serás.

Tal vez esté cayendo en lo cursi desde la pasión que me embarga al escribir o reflexionar de esta profesión que amo tanto. Pero no te voy a mentir, trabajarás muy duro, el calor será tu compañero, no todos los clientes serán majos y te agradecerán tu esfuerzo o perdonarán tus errores, tu jefe tal vez no sea el ideal o no respete lo que debe respetar, o añorarás la educación ajena y te darás cuenta de lo difícil que es servir a los demás. Seguramente no entiendas porqué el tiempo de espera del cliente va más rápido que el tuyo, porqué los padres te hacen canguro de tus hijos sin decírtelo o porqué te piden cosas imposibles sin mirarte a los ojos. Sí, compañera y compañero, esto te pasará, pero no debes perder la fe en la bondad de los demás, en su educación, en su empatía recíproca o en tu fe en la sociedad que está o que viene. Algún compañero de profesión siempre me recuerda lo mismo: para conocer a las personas mira cómo tratan al camarero.

Tras lo menos bueno, no puedo terminar sin volver a contaros cómo vivo mi profesión para intentar reforzar vuestra decisión y que lo que va a comenzar como algo desconocido se convierta en algo que améis y sea vuestra vocación. He servido y conocido a reyes, a deportistas famosísimos, al cantante aquel inaccesible, a parejas maravillosas, a personas encantadoras e inspiradoras y a muchos corazones que han reforzado el mío. He viajado muchísimo, he reído y llorado con servicios o eventos imposibles, he compartido momentos especiales de personas desconocidas que ahora son buenos amigos, he estudiado y me he formado para ser mejor e incluso, me ha permitido mi profesión poder escribirte esta columna en «El sitio de mi recreo», que no es otro que el lugar de mis juegos y de mis sueños, la hostelería.

No quiero terminar sin agradecerte tu decisión de pertenecer a esta gran familia de la hostelería. También quiero pedirte algo, enséñanos a ser mejores. Estoy seguro que tus ganas, tu juventud y tu compromiso por nuevas causas comunes, por nuevas metas de justicia social o ambiental, y tu visión global y solidaria de esta sociedad a la que servimos, nos va a hacer cumplir mejor nuestro principal objetivo como profesionales: repartir felicidad, dar de comer y beber con una sonrisa, hacer los momentos mejores a los demás y a la fin, trabajar por un mundo mejor.

Gracias por compartir nuestros retos y bienvenidos.