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Esto va de valientes

Jueves, 29 de mayo 2025, 16:55

Lo siento. Perdonadme. He sido un cobarde. Llevo seis meses sin escribiros y aún tengo la poca vergüenza de volver como si nada. Pero aquí estoy. Soy hostelero. Y con la valentía que da el atrevimiento —y la necesidad de compartir—, regreso a esta columna que es más vuestra que mía. Vuelvo con mis humildes reflexiones de camarero.

Y sí, esto va de valientes. Durante estos meses, este espacio ha ido de personas, de servir, de cuidar, de vosotras y de vosotros. Pero, sobre todo, ha ido de valentía. Porque no se es persona desde la cobardía. No se cuida sin valor. No se sirve sin el coraje de buscar —y ayudar a encontrar— la felicidad en los demás. No se puede ser hostelero, ni hotelero, sin ser valiente.

Llueve, y saco paraguas. Hace viento, y resguardo las mesas. Estás triste, y te hago reír. Celebras, y me sumo a la fiesta. Estás, y estoy. Soy hostelero. Soy valiente. No tengo miedo de abrir la puerta cada mañana, aun sabiendo que lo desconocido me espera. No me acobardo ante los desatinos de quienes nos gobiernan, esos que han convertido ésta en una profesión de riesgo. No me amilano ante la adversidad. Caigo, y me levanto. Sé —sabemos— que en la hostelería se trabaja a corazón abierto. Siempre.

Y si hay barro, lo limpio. Si hay dejadez, la enfrento. Si hay ineptos que desde un despacho que nos machacan, sobrevivo. Y si hay muros, los salto y los convierto en mesas largas. Como el bueno de José Andrés, ejemplo de lo que digo.

Y hablando de ejemplos, permitidme que este año personalice los premios de los valientes de Historias con Delantal en unos nombres concretos, en Germán y Carito. Dos valientes que contagian compromiso, responsabilidad y esperanza allá donde pisan. Porque no hay valentía sin responsabilidad. Y doy fe de la enorme responsabilidad de Germán y Carito con esta tierra, con su gente, con las desgracias que nos sacudieron y que, lejos de hacerlos caer, los hicieron saltar como un resorte: a ayudar, a cuidar, a estar. Desde el cariño, desde el compromiso, desde la humildad. Una y mil veces ejemplo de una hostelería valiente frente a las cobardías de quienes miran desde la barrera.

Una hostelería heroica, generosa, que nunca dudó cuando tocó dar un paso al frente. Y que todas y todos sabemos que nunca dudará. Porque siempre estará del lado bueno. Del lado de la gente. Del lado vuestro. Siempre. Este año el premio es para la valentía. Y lo sigo personalizando en Germán y Carito, como símbolo de muchos. Porque su coraje —como el de tantísimos profesionales de la hostelería en Valencia, en la Comunitat, en toda España— nos recuerda que la hostelería es cosa de valientes. De muy valientes. Gracias, Germán y Carito, por ser y por estar. Y gracias también al resto de premiados de este año. Sois ejemplo de coraje, de perseverancia. Gracias, de corazón.

Y termino con una reivindicación. Estos días se han aprobado nuevos criterios para reducir la edad de jubilación en ciertos sectores considerados de riesgo. Y yo me pregunto: ¿y nosotros? ¿Por qué no? Se habla de aplicar coeficientes reductores para poder jubilarse a los 52 años, atendiendo a la penosidad, peligrosidad, toxicidad o insalubridad del trabajo. Según Moncloa, los factores de riesgo a considerar serán: exposición a condiciones extremas; uso permanente de fuerza física; uso continuo de equipos de protección; nocturnidad; toxicidad; exposición a agentes químicos o biológicos; peligrosidad; riesgo de accidente laboral o enfermedad profesional; e insalubridad ambiental.

¿Os suenan?

Reflexionemos.

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