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Nacho Grande, en un momento de la entrevista. damián torres

«La pandemia ha hecho surgir al trabajador pobre que no llega a fin de mes»

Nacho Grande, Director de Cáritas Valencia | El responsable de la ONG avisa de que la crisis ha duplicado las intervenciones y advierte de nuevos perfiles de pobreza

JUAN SANCHIS

VALENCIA.

Lunes, 1 de febrero 2021, 01:06

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Nacho Grande lleva al frente de Cáritas en la diócesis de Valencia desde 2014. La organización de la Iglesia Católica, que este año cumple su 60 aniversario en España, ha visto como la pandemia ha multiplicado la gente que acude solicitando su ayuda.

-¿Quién lo está pasando peor con la pandemia?

-La crisis sanitaria ha derivado en una económica y social peor incluso que la de 2008. Como suele ocurrir en estas situaciones está afectando con mayor virulencia a los que viven en el ámbito de la exclusión. Las personas que peor lo están pasando son las que ya no cubrían sus necesidades y vivían cerca de la vulnerabilidad.

-Desde Cáritas se ha advertido en varias ocasiones de nuevos colectivos al borde de la exclusión.

-Es lo que llamamos la sociedad insegura. Son personas que vivían con una cierta estabilidad pero, como ya advertimos, ante una crisis pasan a formar parte de los colectivos excluidos. Cáritas España cuantificó este grupo en seis millones de individuos. Llegan a fin de mes pero no disponen una capacidad de ahorro ya que su empleo es informal. Con la pandemia se han encontrado sin trabajo y sin capacidad de respuesta porque viven en el ámbito de la economía informal o son trabajadores que han entrado en los ertes sin un colchón de ahorro. Han visto cómo se retrasaba el cobro de las ayudas y tenían que seguir dando de comer a sus familias y pagando los recibos. Esto ha llevado a una agudización de la exclusión, a una mayor pobreza y a la entrada de nuevos perfiles.

-¿Cuáles son ahora los mayores factores de exclusión?

-En la Comunitat Valenciana son el empleo y la vivienda. Nos estamos dando cuenta de que ahora empieza a existir 'el trabajador pobre'. Hasta hace poco el laboral era un espacio de consolidación de derechos pero ahora lo es de vulnerabilidad. Antes con un empleo se podía salir de la exclusión. Sin embargo, a día de hoy, vemos personas que tienen un trabajo pero continúan sin abandonar el ámbito de exclusión. Son los que tienen empleos precarios, jornadas parciales, inestabilidad y están en la economía sumergida. El trabajo a día de hoy no es un ámbito de consolidación de derechos.

-¿Y la vivienda?

-Los problemas también se han agravado con el confinamiento. Estamos viendo gente que viene a Cáritas porque no puede hacer frente a los gastos de su vivienda (luz, agua, alquiler...), que vive en casas precarias, en infraviviendas. La pandemia nos ha dejado imágenes de familias numerosas hacinadas en espacios diminutos. Estas son dos realidades en las que las administraciones deben de intervenir de forma contundente.

-¿Han aumentado las atenciones de Cáritas durante estos meses?

-En 2019 atendimos a 50.000 personas. Creemos que en 2020, cuando cerremos la memoria, duplicaremos esa cifra. Incluso en algunos lugares concretos se puede llegar a triplicar.

-¿Tienen medios suficientes para atender este incremento?

-Cáritas tiene la virtud de que intenta transformar los obstáculos en oportunidades, incluso en retos. El Papa Francisco la define con una frase que a mi personalmente me gusta mucho: «Cáritas es la caricia de la Iglesia en el rostro de los más débiles». A día de hoy contamos con más de 6.000 voluntarios distribuidos en 439 parroquias. Todos ellos actúan movidos por su vocación, por su Fe y son capaces de entregar su tiempo y todo lo que son en beneficio de las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad.

-¿Han aumentado sus ingresos?

-El 75% de los ingresos de Cáritas son donaciones privadas (herencias, legados, suscriptores, colaboradores, patrocinadores, empresas...) Durante la pandemia lo hemos notado aún más. Creo que de estos meses se puede hacer un análisis positivo en solidaridad. Cuanto mayores son las dificultades, la sociedad es aún más capaz de superar las diferencias, de juntarse para hacer cosas buenas. El pueblo valenciano lo ha demostrado una vez más. Ha contribuido bien económicamente o a través del voluntariado o bien con actuaciones puntuales.

-¿Qué podemos aprender de la crisis sanitaria?

-La pandemia ha puesto encima de la mesa la necesidad de reinventarnos y de instalar el principio de la cultura del cuidado. Darnos cuenta de formamos parte de una misma sociedad y de que todos somos corresponsables de lo que ocurre. Esa cultura del cuidado significa ser conscientes de las necesidades de las personas que tenemos a nuestro alrededor y de que tenemos poder y autoridad para cambiar muchas de las circunstancias de nuestro entorno. Lo vemos en el campo de la salud. Cómo no llevar mascarilla o no cumplir la normativa puede provocar que personas enfermen. En el ámbito social sucede algo similar. Las actitudes que se tenga, positivas o negativas, van a repercutir. Nos tenemos que cuidar los unos a los otros.

-¿Cuáles son las mayores necesidades de los usuarios?

-El perfil mayoritario que acude a las Cáritas parroquiales es el de parejas que tienen menores a su cargo. Hay que tener en cuenta que el 30% de las atenciones son a menores y eso es muy preocupante. El segundo grupo son mujeres solas con niños a su cargo. Luego, inmigrantes. Ahora también acuden personas que han perdido el trabajo.

-¿Cuáles son las mayores demandas?

-La gran mayoría solicitan un primer recurso asistencial: manutención, pago del gasto de las viviendas... También tenemos perfiles que piden asesoramiento jurídico. Y, por otro lado, no podemos olvidar las personas invisibilizadas, los sin hogar. Sólo en Valencia mil personas viven en la calle. También hay que tener presente a las mujeres en contexto de prostitución. España es uno de los países con más demanda de sexo de pago.

-Parece que en el confinamiento muchas personas se han sentido solas ¿Lo han detectado?

-Es una realidad que crece. La soledad no buscada es una de las grandes enfermedades del siglo XXI y cada vez más las Cáritas parroquiales están detectando este problema agudizado en la pandemia. Algunos quieren ayuda económica pero todos necesitan acompañamiento. Muchos se han dado cuenta de lo que supone vivir solo. Ahora hay que preguntarse cómo nuestra sociedad trata a los mayores. Cada vez hay más que viven en soledad, ¿qué estamos haciendo por ellos?

-¿Qué programas tienen para estas personas?

-Tenemos un arma que es la creatividad de los voluntarios. Lo han demostrado durante la pandemia. Se han inventado nuevas formas de atender a las personas. Muchas parroquias se han apoyado en los jóvenes para que les hicieran la compra, atendieran a personas que están solas, o a las personas de riesgo.

-Cáritas ha puesto en marcha el reparto de tarjetas para comprar alimentos.

-Desde Cáritas entendemos que la ayuda material en sí no es un fin sino un medio para acercarnos a la persona, para acompañarla en todas sus dimensiones. De ahí que muchos proyectos evolucionen y lo que en primer término era un reparto de alimentos pasó a convertirse en un economato y ahora se ha llegado a la tarjeta. La pandemia ha creado dificultades de almacenamiento y de reparto. Así se ha extendido el uso de vales o tarjetas de débito. Con ellas el usuario puede comprar en supermercados y comercios locales, Por un lado, eligen el producto y no se estigmatiza al usuario. Además, ayudamos a la normalización, a la igualdad de oportunidades que es por lo que Cáritas apuesta.

-¿Están muy difundidas?

-Muchas parroquias lo han adoptado. En Consum les compramos vales de cinco euros y se reparten entre las familias. En otras parroquias el sistema es más rudimentario, más pensado para el comercio local, y cada vez hay más tarjetas. La inmensa mayoría están usando el sistema de vales. Pero esto implica la necesidad de captar más recursos económicos. No es lo mismo donar en especie, que en dinero. Tiene sus ventajas pero el inconveniente es que se necesita captar más recursos.

-¿La sociedad valenciana es consciente de la situación?

-El primer orfanato del mundo lo crea San Vicente Ferrer en Valencia. También en Valencia nace el primer hospital de enfermedades mentales. Juan Luis Vives redactó el tratado para atender a pobres que avanza los servicios sociales municipales y nuestra patrona es la Virgen de los Desamparados. Valencia siempre ha estado al lado de los más necesitados y ahora lo estamos notando. La solidaridad del pueblo valenciano se ha hecho realidad.

-¿Cómo ve la situación en 2021?

-Vivimos en un mundo en donde no hay certezas y todo es incertidumbre. Nadie sabe lo que va a pasar y eso nos anima a prepararnos. Pero, sin duda, aumentaremos las atenciones.

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