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El puente del Ángel Custodio, en una imagen de archivo. :: irene marsilla
El gran protector del pueblo valenciano

El gran protector del pueblo valenciano

La inoperancia de San Miguel sobre esta pandemia generó la necesidad de buscar un nuevo intermediario divino

ÓSCAR CALVÉ

Domingo, 2 de octubre 2016, 00:37

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Ángeles y demonios. Así, sin más, uno piensa automáticamente en el "best seller" que catapultó a la fama a Dan Brown. No obstante, los ángeles, buenos o rebelados, han formado parte de la espiritualidad valenciana durante muchos siglos. Su peso en nuestra cultura fue tan relevante que uno de ellos se convirtió en el principal protector de la ciudad de Valencia y de todo el antiguo Reino de Valencia. El ángel de la guarda de los valencianos, nuestro Ángel Custodio, se celebra hoy dos de octubre.

Aunque el Papa Francisco I se esfuerce en reivindicar el papel del ángel de la guarda, la perspectiva histórica provoca que algunos se sonrojen ante esta antigua y apasionada devoción hacia el Ángel Custodio, cuya manifestación más explícita fue precisamente en nuestro territorio. De ella han pervivido diversos vestigios: escudos medievales que lo representan, una plaza en el centro de la ciudad, una legendaria posada que se llevó por delante la Gran riada de 1957 o el puente moderno que evoca su tradición, sirven de ejemplo. Más allá de la fe que se tenga en el citado ser celestial inventado en la Edad Media, es indudable que forma parte esencial de nuestra historia. Recíprocamente, Valencia forma parte de la historia del Ángel Custodio, puesto que la ciudad del Turia fue principal valedora de esta fiesta cuyo origen se data a finales del siglo XIV.

Para la Iglesia la existencia de los ángeles es un dogma de fe establecido, y como tal se defendió en varios concilios. No obstante, el Concilio del Vaticano II eliminó del calendario las figuras angelicales nacidas al final de la Edad Media. Sólo uno se salvó: el Ángel Custodio. El origen textual más remoto sobre esta figura se halla en la Biblia, en los salmos 33 y 90, donde se alude a unos mensajeros enviados por Dios para que ayudasen al hombre en su camino. La devoción hacia ese personaje intangible tuvo que esperar hasta mediados del siglo XIV, cuando la humanidad se topó con uno de los mayores obstáculos en su camino: la peste negra. La falta de eficiencia de San Miguel como combatiente contra la epidemia, generó la necesidad de un nuevo intermediario divino que aplacase la pandemia de peste más devastadora de la historia. La proximidad en el calendario de las fiestas del arcángel y del ángel no es casual.

Los primeros indicios de la tímida aparición del Ángel Custodio a nivel europeo coinciden con el primer brote, hacia 1348. Aquel inicial y casi definitivo golpe para buena parte del continente no afectó tanto al antiguo Reino de Valencia, a diferencia de lo que ocurriría en la década de los 70 y de los 90 de esa centuria. En ese contexto se empieza a consolidar el Ángel Custodio de Valencia, cuyo extraordinario desarrollo debe asociarse a la figura del franciscano Francesc Eiximenis, uno de los principales asesores de las autoridades municipales valencianas durante su estancia en el Cap i Casal (1382-1408), y a las que ofreció varias de sus obras. Una de ellas fue el Libro de los Ángeles, un completo tratado sobre la naturaleza y la clasificación de los ángeles, que dedicó al caballero valenciano Pere d'Artés. Era el año 1392. No parece casual que ese mismo año, en la Sala del Consell de la Casa de la Ciudad, donde se reunía el gobierno municipal, se ordene la figuración del Ángel Custodio en estos términos: «l'àngel tenent en guarda la dita ciutat (Valencia) per disposició divina». A diferencia de lo que ocurría con el resto de santos, cuyas primeras representaciones se realizaron en edificios religiosos, en el caso del Ángel Custodio de Valencia, las más antiguas figuraciones se realizaron en el Ayuntamiento.

Tres años más tarde (1395), Valencia apenas resistía la fatalidad pestífera, que se cebó sobre manera con los más pequeños: el gobierno ordenó misas diarias en el altar del Ángel Custodio. Un aspecto particular del «nuevo» ángel fue su original servicio a la piedad colectiva. Protegía a la ciudad en su conjunto, a toda la población que la habitaba. Por eso fue honrado sintomáticamente a través de un culto municipal, gestado en las capillas de las casas consistoriales, las cuales pronto popularizaron el nuevo personaje mediante procesiones. En mayo de 1396, uno de los pintores más célebres de la época, Marçal de Sax, pintó en la Sala Mayor de la Casa de la Ciudad de Valencia «La magestat divinal e l'Àngel tenint en guarda la dita ciutat e pregant per aquella».

En 1411 se elaboró un oficio litúrgico para el Ángel Custodio de Valencia, recogido en algunos códices de entonces. Más tarde, en 1446 el Ayuntamiento ordenó la celebración oficial de la festividad, que debía cerrarse en la Catedral, donde no faltarían las autoridades municipales. En la conmemoración desfilaban jóvenes y adolescentes disfrazados de ángeles. La comitiva la abrían dos «fadrins» de 18 años portando unas varas de color plata, a los que le seguían 9 parejas de chavales de 12 años, quienes sujetaban unos estandartes con las armas de la ciudad y entonaban unas cancioncillas en alabanza y gloria al ángel, solicitando su favor para la ciudad: «Angel custodi de Déu infinit, guardau la ciutat de dia i de nit, per a que no entre lo mal esperit». Después del coro angelical, iban seis músicos «Homes sonadors» ataviados también con ropajes de ángeles. Al final de todo, el gran «Àngel Custodi», vestido con túnica de seda roja y guantes del mismo color, que sostenía en una de sus manos las armas de la ciudad, mientras que en la otra, «porta o té un gran títol que li devalla de les ales, lo qual és intitulat: Aquest és lo sanct àngel de la ciutat de València.»

Sin duda el guardián de los valencianos se transformó en uno de los personajes más celebrados tanto por las autoridades como por el pueblo. En 1475 la ciudad decoró sus principales portales -«els 4 portals grans»- con el Ángel Custodio de Valencia. Su trascendencia fue tal que pasó a formar parte del escudo representativo de los tres brazos de la Generalitat Valenciana: San Jorge representaba al brazo militar y el de la nobleza, la Virgen con el Niño al cuerpo eclesiástico, mientras que el Ángel Custudio pasó a representar el estamento de los ciudadanos. Así se reflejó en multitud de lugares, especialmente en la sede de tal institución, en el Palau de la Generalitat. Ese emblema representa en la actualidad a las Cortes Valencianas. Las trazas del Ángel Custodio se perciben también en el urbanismo. La céntrica plaza del Carmen parece que honraba su culto, aunque existen dudas sobre si refería en origen al arcángel Miguel o al propio Ángel Custodio. En aquella plaza se hallaba la posada homónima en cuya fachada se pintó al protagonista del presente reportaje. La fonda era punto de encuentro para visitantes de la ciudad procedentes de la provincia de Castellón. Aquel parador desapareció con la riada del pasado siglo, y con él, el sentido espacial de esa plaza donde convivía el olvidado hostal con los restos de la muralla musulmana. Más moderno es el puente del Ángel Custodio, construido entre 1941 y 1948, pero ampliado en 1967. El defensor de los valencianos no ha dejado de estar presente en una de nuestras fiestas más ancestrales: cada año aparece en la procesión del Corpus Christi de Valencia. Además, cuenta lógicamente con su parroquia, ubicada en la calle Salamanca, construida en 1946 y que tiene una anécdota poco conocida. Hace poco más de 10 años, el entonces cardenal de Buenos Aires oficiaba en este templo una misa. Era Jorge Mario Bergoglio, hoy Francisco I, el pontífice que hoy desea actualizar la relación entre la feligresía y el ángel de la guarda. Un ángel que tuvo una especial trascendencia en nuestra ciudad y del que era imprescindible dar cuenta. La historia no son sólo batallas y nombres. Aunque apenas tengan cabida, confluyen también emociones de la colectividad, en este caso de nuestros antepasados, quienes percibieron al Ángel Custodio como protector del pueblo valenciano.

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