LAS COMUNIDADES ENERGÉTICAS, IMPARABLES
Las cooperativas impulsan la transformación del territorio con energía limpia, participación ciudadana y empleo rural
Rafa Gandía
Miércoles, 30 de julio 2025, 06:55
El debate energético ha cobrado protagonismo en los últimos años. La preocupación por la sostenibilidad, la autonomía energética y la subida de precios ha llevado a ciudadanos e instituciones a buscar alternativas más accesibles y respetuosas con el entorno. En este contexto, las cooperativas de la Comunitat han encontrado en las comunidades energéticas una herramienta clave.
Estas comunidades permiten compartir la generación y el consumo de energía renovable, generalmente solar, y su desarrollo ha sido impulsado por el cooperativismo. Organizaciones como Aeioluz, Sapiens, Enercoop, Coarval o Inercoop han sido pioneras en promover estos modelos, especialmente en zonas rurales o en riesgo de despoblación, donde han contribuido a fijar la población mediante la creación de empleo.
La Comunitat Valenciana tiene una larga tradición en cooperativas eléctricas. En Valencia destacan las de Vinalesa, Meliana o Museros; en Alicante, las de Callosa de Segura, Albatera, Crevillente o Catral; y en Castellón la de El Serrallo. Desde 2020, el número de comunidades energéticas ha crecido de forma exponencial: de las siete existentes con apoyo público, se ha pasado a 126 en dos años. De ellas, el 48% se ubican en Valencia, el 29,8% en Castellón y el 22,2% en Alicante. Este aumento ha sido posible al impulso del cooperativismo, que ya representa el 40% de las comunidades energéticas de la región. A finales de 2024, se mantenía el crecimiento de nuevas solicitudes, con Valencia a la cabeza.
El mapa de comunidades energéticas cooperativas incluye iniciativas en Chera y Sot de Chera (Los Serranos), Castellar (Valencia) y Guadassuar y Alginet (Ribera Alta). Esta última localidad es un caso paradigmático, con una cooperativa que opera desde hace más de un siglo. Su presidente, José Rizal Gómez Bosch, explica que las cooperativas «somos asociaciones democráticas, donde cada socio tiene un voto». Subraya que su cooperativa abarca toda la cadena de valor: «Participamos en todos los procesos de la cadena de suministro energético. La producimos, ejercemos de distribuidora, comercializamos el producto y atendemos de forma personalizada y en la que logramos un precio muy competitivo».
Además de mantener esa filosofía participativa, la entidad ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. «Hemos entrado en la producción de energía fotovoltaica y cuestiones relacionadas con la movilidad. Buscamos promover el autoconsumo a través, por ejemplo, de la creación de baterías virtuales», apunta Gómez Bosch. También destaca el papel social de la cooperativa: «Fomentamos y participamos en todos los eventos locales posibles a nivel mercantil, lúdico o cultural».
Durante episodios críticos como la dana que afectó gravemente a varias localidades de la provincia de Valencia, las cooperativas demostraron su eficacia. Guadassuar fue de las primeras poblaciones en restablecer el suministro eléctrico gracias a su cooperativa. En Sot de Chera, donde el temporal destruyó torres de alta tensión y casetas de automatismos, la cooperativa alquiló generadores que permitieron mantener el servicio eléctrico.
El Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace) ha valorado positivamente estos resultados y destaca el papel de las cooperativas en la transformación energética. Desde la Confederació de Cooperatives de la Comunitat Valenciana (Concoval) se reconoce el trabajo conjunto que se viene realizando desde la red de Oficinas de Transformación Comunitaria (OTC), que ya es la más grande de España. Estas, impulsadas por cooperativas y ayuntamientos, ofrecen atención directa a ciudadanos, empresas y entidades interesadas en formar o integrarse en una comunidad energética.