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La inmigración: así ha cambiado (en) España

La inmigración: así ha cambiado (en) España

En cuatro décadas, la presencia de extranjeros ha pasado de ser un asunto residual para los partidos políticos en una discusión central durante las campañas electorales

Álvaro Soto

Madrid

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Jueves, 7 de noviembre 2019, 11:18

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Si alguien quiere hacerse una idea del interés que ponían en la inmigración los políticos de 1982, basta repasar el programa con el que el PSOE de Felipe González arrasó ese año en las elecciones. Exactamente, a este asunto le dedica una línea, y de refilón: «El tratamiento integrador que el Gobierno llevará a cabo para que la protección, equiparación laboral, social y educacional de los trabajadores emigrantes españoles sea una realidad se aplicará igualmente a los trabajadores extranjeros inmigrantes en España». Y es que lo que no existe no importa, y entonces la inmigración era un fenómeno exótico al sur de los Pirineos. Apenas había 200.000 extranjeros censados en España, el 0,5% de la población, mientras que centenares de miles de españoles que habían abandonado el país en los años 50 y 60 aún residían en el exterior: el mismo programa electoral dedicaba a la emigración española varios párrafos. Lo mismo ocurría con el CIS, que en su encuesta sobre las preocupaciones de los españoles ni preguntaba sobre la inmigración: comenzó a hacerlo en el 2000.

Casi cuatro décadas después de aquel programa electoral del PSOE, la inmigración se ha convertido en uno de los asuntos centrales, o al menos imprescindibles, de cualquier campaña. Esta vez ha cobrado protagonismo de la mano de Vox, el partido que pide mano dura hacia la inmigración y rompe así un cierto consenso establecido en la política y en la sociedad españolas, que en su gran mayoría consideran que la inmigración es positiva porque permite oxigenar la alicaída pirámide poblacional, cada vez más estrecha por abajo y ancha por arriba.

Los expertos advierten de que no invertir en integración puede pasar factura

Hoy en día, de una población de 47 millones de personas, cinco millones son extranjeros, además de otros dos millones que se han nacionalizado españoles. En total, un 14% de los residentes en España han nacido en el extranjero.

Pico de un millón

«La realidad ha cambiado mucho desde finales del siglo XX, pero la variación principal se produjo en la primera década del siglo XXI, cuando entraban cada año unos 600.000 inmigrantes en España, con un pico de un millón en 2007», recuerda Alberto Ares, director del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (IUEM) de la Universidad Pontificia Comillas. «La inmigración ha sido una gran oportunidad de desarrollo para España, sobre todo en la primera década de siglo, cuando se necesitaba mucha mano de obra para la construcción y el turismo, y también ha enriquecido la pirámide poblacional, que se estaba invirtiendo. Necesitamos una media de 250.000 inmigrantes al año en España, que es el número aproximado de los que están entrando en los últimos años», agrega el profesor universitario.

En la misma línea se pronuncia Dolores López Hernández, profesora de Geografía Humana en la Universidad de Navarra: «El cambio de España como país eminentemente emisor de población al extranjero a país receptor tiene lugar a finales de los 90 y las razones son múltiples e interconectadas: económicas (demanda de trabajos no cubiertos por autóctonos, intensa incorporación de la mujer al mercado de trabajo y necesidad de apoyo para conciliar), políticas (mayor control de fronteras en otros países como Estados Unidos), procesos de regularización de población irregular, calidad de nuestro Estado del bienestar y sociales-demográficas (envejecimiento de la población y cuidado de los mayores, afinidad cultural con Latinoamérica)».

El 10% de la población sitúa como una de sus preocupaciones principales la inmigración, según el CIS

Los dos profesores coinciden también en que el proceso de integración de los inmigrantes en España ha sido, a grandes rasgos, buena. «La Comisión Europea tiene un índice, el MIPEX (Migran Integration Policy Index), que mide qué hacen los gobiernos para promover la integración y España está bien situado, no en el grupo de los mejores (Suecia y Portugal), pero sí en el segundo grupo, mejor que Francia, Italia o Reino Unido», afirma Dolores López. «La integración ha sido exitosa porque ha habido planes y también porque la inmigración ha sido una realidad nueva. Tenemos que estar pendientes de lo que ocurre con la segunda y tercera generación y también debemos prestar atención a la precarización de grupos de inmigrantes en determinados barrios. No invertir en integración nos puede pasar factura a medio y largo plazo, como le ha ocurrido a países de nuestro entorno», agrega Ares, que reclama «un compromiso político claro para la integración». «Ahí nos estamos jugando nuestra diversidad».

En las últimas encuestas del CIS, aproximadamente el 10% de la población sitúa como una de sus preocupaciones principales la inmigración, que seguirá siendo un asunto central en los próximos años. Simplemente, los inmigrantes seguirán viniendo a España. «España va a seguir siendo un destino migratorio soñado para muchas personas. La calidad de vida de la sociedad española es muy alta. A pesar de los problemas que tenemos, en muchas ocasiones estas personas viven mucho mejor 'mal' en España que 'bien en sus países de origen», certifica la profesora López.

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