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Mathieu Carenzo lleva veinte años invirtiendo en startups y es profesor asociado del departamento de Iniciativa Emprendedora del IESE, por lo que sabe bien de ... lo que habla cuando dice que en tan sólo diez años la Comunitat Valenciana ha experimentado su propia revolución como polo de innovación y emprendimiento. Carenzo, que también ha impartido clases en los programas del IESE de Valencia, ahora mismo tiene en su cartera 25 startups participadas y muchas de ellas han pasado por Lanzadera, como Fabric —que diseña líneas de moda para influencers— o Sens.
Carenzo responde a LAS PROVINCIAS algunas cuestiones fundamentales para el mundo startup, como saber qué busca un inversor en un proyecto para decidir financiarlo o los puntos débiles de un ecosistema todavía incipiente aunque prometedor.
-¿Cómo ves el ecosistema inversor e innovador valenciano?
-Está en su mejor momento. Llegué a España hace 20 años y entonces casi no existía el emprendimiento. Había algunos indicios en Madrid y sobre todo en Barcelona, pero Valencia no estaba en el mapa. La realidad hoy es muy diferente: Valencia sí está, y de forma muy fuerte. Proyectos como Lanzadera o Marina de Empresas han supuesto un cambio brutal. Hace diez años no había ninguna startup relevante que estuviera en Valencia y hace cinco había algunas, pero hoy hay muchas. Valencia ya juega en primera.
-Por lo que cuenta, ¿todo este crecimiento se ha concentrado en los últimos cinco años?
-Sí, o al menos esa es mi percepción. En la última década ha ido creciendo poco a poco, pero en los últimos cinco años el número de startups que pasan por el ecosistema valenciano ha explotado. Hablamos ya de centenares cada año. Hace cinco eran decenas, hace diez unas pocas. Es un proceso reciente y muy ligado al esfuerzo de una persona que ha puesto sus recursos y visión. El reto ahora es seguir construyendo un ecosistema más independiente y menos dependiente de una sola iniciativa que hasta ahora ha sido clave para el cambio. Es una gran oportunidad para crear un ecosistema más completo y resiliente, que no dependa solo de Juan Roig y su esfuerzo personal.
-¿Cree que esa responsabilidad recae también en la Administración Valenciana? ¿Deberían las universidades y organismos públicos implicarse más?
-En España tenemos cierta tendencia a quejarnos de lo que no hace el sector público, yo el primero. Pero creo que esto es una responsabilidad compartida, que empieza con la sociedad civil. Los ecosistemas emprendedores más potentes del mundo son fruto de una alianza entre sociedad civil, inversores privados y administración pública. La administración en España, al margen de colores políticos, está apoyando el emprendimiento. Por ejemplo, puedes desgravar el 50% de tus inversiones en startups y, bajo ciertas condiciones, no pagas impuestos al vender. Hay mecanismos, pero se utilizan poco.
Nuestra asignatura pendiente no está tanto en lo público, sino en responsabilizarnos individualmente. España es la economía número 12 de la OCDE, pero ocupa el puesto 26 en intensidad de inversión en creación de empresas. Esto es un problema. Madrid, Barcelona y ahora Valencia son focos, pero necesitamos más inversión privada. Necesitamos que dejemos de invertir solo en ladrillo o en acciones del Ibex está bien, pero no es suficiente.
-¿Es una invitación a particulares con capacidad inversora de que arrimen el hombro y pongan capital en proyectos incipientes del ecosistema innovador?
-Totalmente. En mi libro menciono una parábola que creo muy ilustrativa: la del colibrí. En medio de un gran incendio forestal, todos los animales huyen salvo un pequeño colibrí que va y viene con gotas de agua para apagar el fuego. Un elefante le dice que no tiene sentido lo que hace, pero el colibrí responde: «Puede que no lo apague, pero yo hago mi parte». Eso es lo que necesitamos en el ecosistema emprendedor: menos quejas y más acción. Hay redes de 'business angels', como Angels en Lanzadera o Startup Explorer en Valencia, que son herramientas para empezar a invertir. Hay que dejar de quejarse y actuar.
Además, hay otra estadística interesante: las empresas de alto crecimiento suelen generar empleo entre su tercer y octavo año. En cambio, el Ibex 35 en España crea cero empleo neto. Así que si queremos atajar el paro juvenil, necesitamos más empresas de alto crecimiento que generen empleo. Eso exige apoyar más a emprendedores y especialmente a emprendedoras, porque su presencia sigue siendo baja. Y también un entorno de inversión más profesional y comprometido.
-La ley de startups ya lleva dos años en marcha, ¿qué balance hace?
-Me parece que funciona muy bien. Yo me beneficio de ella y las startups innovadoras se benefician de condiciones muy interesantes. Podemos hablar de CDTI y de ENISA, que son entidades públicas que apoyan al emprendimiento cuando los bancos no están (y no es una crítica a los bancos, es que ellos no se dedican a asumir este tipo de riesgo). Creo que la ley es positiva pero que a nivel de comunicación falla. La gente no la conoce.
-Usted dice que en España hace falta cultura financiera en los dos lados, el del inversor y en el del emprendedor...
-Sí, en España hace falta cultura inversora y financiera. Muchos profesionales liberales o particulares con capital podrían ser más conscientes de su rol dentro del ecosistema y eso debe conseguirse mediante una buena comunicación. Se les debe informar de los beneficios fiscales a los que podrían acceder si invirtieran en startups. El inversor privado busca retorno económico, pero si podrían compaginar la inversión más tradicional y la enfocada a innovación, yo creo que es la clave. Si el 5% o el 10% de ese dinero lo invirtieran en innovación y startups, cambiaríamos España.
-¿Las grandes empresas están poniendo de su parte en el ecosistema?
-Las empresas españolas no compran startups ni invierten en startups. Tenemos algún caso como el de Telefónica con Wayra, y BBVA con Spark. Cada una tiene su su brazo de startup, pero vemos en general que en realidad es más marketing que convicción.
-Como inversor, ¿qué buscas en un proyecto a la hora de invertir en él?
-Los inversores siempre buscamos un mercado grande, pero grande no es suficiente. Tiene que ser accesible y accesible. Hay un dicho francés que dice «no hay amor, únicamente hay pruebas de amor», pues el mercado es igual; no hay mercado, únicamente hay pruebas de mercado y se llaman facturas. Y en el caso de que no tengas facturas, lo que tú necesitas son indicios propios de tu capacidad de acceder al mercado. En segundo lugar, buscamos una propuesta de valor contundente. Tienes que tener una propuesta de valor robusta y económicamente atractiva. La tercera cosa que buscamos es el momento: ¿por qué ahora y no antes? ¿O por qué ahora y no después? A mí como inversor me tienes que generar una urgencia de invertir. Y, por supuesto, el equipo es absolutamente clave; tiene que ser completo y constar con habilidades tanto de producto, como de ventas, de negocio y de desarrollo del servicio.
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