La ley de las 44 toneladas permitirá a los camioneros aumentar sus ingresos a partir del 23 de octubre
El cambio legal busca obtener mayor eficiencia económica y ambiental, aunque también puede conllevar gastos adicionales para los transportistas
La reciente aprobación de la conocida como Ley de las 44 toneladas marca un antes y un después en el transporte de mercancías por carretera en España y permitirá a los transportistas aumentar sus ingresos. Con esta reforma, publicada en el BOE el pasado 23 de julio, se eleva la masa máxima autorizada de los conjuntos de vehículos de cinco o más ejes de 40 a 44 toneladas, y hasta 46 toneladas en transporte intermodal. La Orden Ministerial PJC/780/2025, que modifica varios anexos del Reglamento General de Vehículos, entrará en vigor el 23 de octubre de 2025, aunque para los vehículos cisterna el plazo se amplía hasta enero de 2026.
El cambio, que afecta al transporte por las carreteras españolas (y seguramente Portugal, que también ha aprobado la ley), busca obtener mayor eficiencia económica y ambiental. Poder cargar más peso por viaje reducirá el número de trayectos necesarios para mover la misma cantidad de mercancía. Eso se traduce en menos kilómetros recorridos, menor consumo de combustible y menor impacto ambiental, algo clave en un sector que debe adaptarse a las exigencias europeas de sostenibilidad.
Además, la norma simplifica trámites para los vehículos euro modulares o megacamiones, que ahora podrán circular con menos burocracia si cumplen las condiciones técnicas y de seguridad. También se contemplan excepciones de altura y masa para transportes especiales, tradicionalmente penalizados por sus dimensiones. Así, la reforma supone también que desde el 24 de julio ha aumentado la altura máxima permitida a 4,50 metros para el transporte de ciertos contenedores; para transporte de animales vivos, paja y forrajes, así como para suministros industriales inferiores a 50 kilómetros.
Los vehículos de cero emisiones o con combustible alternativo pueden tener hasta 46 toneladas. Si operan en entornos urbanos, pueden alcanzar las 47 toneladas, siempre respetando los límites técnicos.
Beneficios
Los beneficios para los transportistas son evidentes: mayor rentabilidad por viaje, ahorro operativo y una mejor posición competitiva frente a las grandes flotas europeas. Al poder cargar más peso, los transportistas podrán obtener mayores ingresos por viaje, lo que también puede traducirse en un coste por tonelada transportada menor. Menos viajes para mover la misma cantidad de mercancía.
Al haber menos viajes, se reducen también los kilómetros recorridos, lo que conlleva un menor gasto en combustible, peajes y mantenimiento, y en consecuencia un menor desgaste del vehículo.
Con menos vehículos necesarios para transportar la misma carga, baja la huella de carbono (combustible, emisiones), un aspecto importante para empresas que buscan responsabilidad ambiental o para adaptarse a regulaciones europeas más exigentes.
Además, hay ampliaciones específicas para sectores tradicionales. Por ejemplo, para quienes transportan madera en rollo, materias metalúrgicas largas, transporte animal o de materiales voluminosos como paja. Estos transportes podrán aprovechar mejor la normativa si están dentro de los supuestos que autorizan mayor longitud o masa.
De esta manera, vehículos de mayores dimensiones o capacidades podrán ser usados legalmente, siempre que cumplan con las condiciones técnicas y de infraestructura, lo cual puede abrir mercados que hasta ahora estaban penalizados por las limitaciones legales.
Inversión necesaria
Sin embargo, no todos los camiones actuales están preparados para soportar el incremento de peso. Más peso implica más desgaste sobre ciertos componentes del vehículo. Si bien se ahorra en viajes, pueden subir otros costes operativos si no se cuida la gestión. Muchos autónomos deberán invertir en adaptar o renovar vehículos, con el consiguiente esfuerzo económico en cuanto al chasis, suspensión, ejes, frenos, neumáticos adecuados para soportar más peso sin rebasar límites por eje y masa por eje, así como para su mantenimiento.
Organizaciones de transportistas estiman que puede aumentar los costes hasta en un 8 %, por el mayor desgaste de componentes y consumo. «Cada transportista deberá negociar con su cliente una posible revisión de precios», apuntan desde Tradisna, la asociación de transportistas de Navarra.