José Alfonso Soria: «No es de recibo que desde el propio Gobierno se cuestione el ser o no ser del regadío»

Soria ha lamentado que desde instancias oficiales «se menosprecie de esta manera a los agricultores, precisamente cuando estamos soportando enormes encarecimientos de todas las materias primas que utilizamos, incluida el agua, lo que se traduce en un mayor empobrecimiento del sector, que sigue garantizando pese a todo el abastecimiento de alimentos sanos a toda la sociedad sin obtener el necesario reconocimiento, sino más bien este tipo de incomprensiones y demonizaciones injustificadas».

Para el presidente del Tribunal de las Aguas de Valencia «no es de recibo que desde el propio Gobierno se cuestione a estas alturas el ser o no ser de la agricultura de regadío, porque en 2022 ya deberían tener todos bien claro que la única agricultura posible, productiva y viable, es la que cuenta con agua, porque sin agua y clima apropiado no crecen las plantas; de modo que si no llueve, hay que regar, y éste es nuestro caso en muchas zonas de la geografía española, como en gran parte de la Comunitat Valenciana: aprovechamos la tierra, el clima, el agua y el saber hacer para producir; por eso desmoraliza que quienes gobiernan, en vez de apoyar lo que es una evidencia tan notoria, vengan y se pongan del lado del primer iluminado que aparece por el escenario y en contra de quienes no hacemos más que trabajar, invertir en mejoras y no tenemos ni tiempo para pensar por dónde nos van a atacar a la siguiente».

Más embalses

José Alfonso Soria rebate también a Hugo Morán, secretario de estado de Medio Ambiente, en cuanto se opone a nuevas obras hidráulicas para aprovechar mejor el agua que sobra en unos momentos y lugares. Para el secretario de Estado no son necesarios nuevos embalses y por supuesto rechaza cualquier idea de trasvase (véase LAS PROVINCIAS de ayer), porque, según afirma, las presas actuales nunca pasan de albergar un 60% de su capacidad, de lo que deduce que el 40% genera expectativas sin cumplir. Sin embargo, Soria desmiente que eso sea así, «y cualquier especialista lo sabe, y además tenemos la realidad delante, con embalses que se llenan como luego se van vaciando, porque esa es su misión: guardar caudal para cuando no llueve».

En el caso del río Turia, por ejemplo, cuyos riegos de la Vega de Valencia gobierna el Tribunal de las Aguas, Soria recuerda que «llevamos varios años con cotas de reservas muy altas, el embalse de Benagéber está en estos momentos al 92% y lleva varios años rebosando en primavera. Si se construyera el embalse pendiente de Vilamarxant recogería además lo que se pierde río arriba y va al mar sin remisión, solo por el capricho de unos pocos que prefieren imponer un caudal ecológico excesivo».

Situaciones similares se dan con frecuencia en otros lugares de España, con embalses llenos y rebosando. «Ahora tenemos la cara contraria en muchos sitios, pero en vez de demonizar absurdamente a los agricultores, en el Gobierno deberían darse cuenta de que sin pantanos no tendríamos las reservas que aún quedan, haría ya tiempo que estaríamos sin nada, en gravísima situación, y lo que se tiene que hacer es mejorar la gestión en todos los sentidos, no dejar perder el agua por que sí».

En el terreno de las inversiones de modernización, Soria recuerda que «los regantes hemos hecho los deberes y continuamos en la tarea: con esfuerzo e inversión para mejorar nuestras estructuras y explotaciones, lo que ha hecho posible que la agricultura emplee ya menos del 70% del agua, no el 80% que aún se empeñan en citar con datos de hace tres décadas. Si el Gobierno hace obras de modernización podremos ahorrar mucha más agua; incluso cabe hacer lo necesario para reutilizar las aguas regeneradas donde sea factible, como ya se está estudiando en la Vega de Valencia; porque es la única forma de ser eficientes y poder reservar caudales de mayor calidad para el consumo humano.»

El presidente del Tribunal de las Aguas considera fuera de lugar «que a estas alturas de la historia los agricultores aún tengamos que pasarnos la vida justificando nuestra profesión y soportando ataques sin ton ni son, cuando somos los primeros ecologista comprometidos con el medio, porque convivimos con él, y, desde los parámetros del ecologismo radical, bien podrían ver que en realidad estamos en la primera trinchera contra las amenazas climáticas que enarbolan».