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Granja de pollos. martínez bueso
Los criadores de pollos ya no tienen para pagar la luz

Los criadores de pollos ya no tienen para pagar la luz

Los supermercados suben sus precios pero no pagan mejor a los granjeros, que no puede soportar la fuerte alza de costes

C. BONELL

Domingo, 14 de agosto 2022, 23:46

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El precio de la carne de pollo ha subido de forma notable en las tiendas, pero los ganaderos que la producen siguen cobrando por su trabajo y las materias que emplean lo mismo que hace muchos meses, a pesar de los brutales aumentos de costes que vienen soportando. La consecuencia es que muchos granjeros se plantean que no habrá más remedio que cerrar; algunos ya lo han hecho, porque no les quedaba ni para poder pagar las abultadas facturas de electricidad, cuyo importe se ha multiplicado por tres, por cuatro y hasta por cinco.

Francisco Requena, granjero de Camporrobles y responsable de la sectorial avícola de AVA-Asaja, califica la situación de «insostenible» porque «todos los criadores de pollos estamos perdiendo dinero, y lo peor es que esto no tiene visos de cambiar, de manera que es fácil imaginar lo que va a ocurrir: parecido a lo que pasa en otros sectores, cuando desaparece la producción local y de repente se nota fallo de abastecimiento, hay que recurrir a importar y al final subirán más los precios para el consumidor, tras haber destruido lo propio».

El kilo de pollo está a una media de 3,25 euros el kilo en los supermercados. Es un euro más por kilo que hace diez meses; aún así sigue siendo la carne más barata para el consumidor, pero el problema es que con esa subida del 45% no se ha mejorado en nada lo que percibe el productor, cuando sus costes han crecido más de un 50% en igual periodo.

La cría de aves, al igual que la de cerdos, funciona en lo que se conoce como 'régimen de integración'. Existen una serie de empresas integradoras que se encargan de suministrar a los granjeros integrados en su organización los polluelos recién nacidos y el pienso necesario para su engorde. Estas firmas ponen, por así decirlo, la materia prima, y se encargan de recoger al final del proceso (45-48 días) los pollos criados, para sacrificarlos y distribuirlos a las redes comerciales. Por su parte, los granjeros ponen las instalaciones de su propiedad, la energía de climatización (electricidad y gas), el agua y su trabajo. Por lo que aportan, las integradoras les pagan según unas fórmulas con factores de conversión y rendimientos, lo que en la práctica se traduce, si todo discurre con normalidad, en unos 35-40 céntimos por pollo, cuando ahora sus costes reales se sitúan en 50-55. Por tanto, no compensan lo que gastan y encima trabajan gratis.

La producción de pollos tiene un alto componente energético, porque la intensificación de la cría (pollos de 2'5-2'7 kilos en mes y medio) exige un elevado mimo en las instalaciones, con control absoluto de la higiene y la climatización de las granjas, lo que implica elevadas facturas de electricidad, gas y agua. La energía experimenta subidas estratosféricas que ponen a los granjeros fuera de juego, ya que la cadena de comercialización no reconoce lo que está pasando; al contrario, suben los precios para el consumidor, con la excusa de los aumentos de costes, pero en realidad no se reportan esos costes a quienes realmente los pagan.

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